Tenemos la suerte de ser testigos para demostrar que el ministerio de igualdad está consiguiendo poco a poco que seamos todos iguales o casi iguales y la imagen adjunta de una pareja en la playa certifica ésta realidad.

Poco a poco en España y en todo el planeta, el 99 % de los aproximadamente ocho mil millones de habitantes, serán felices, porque no vamos a saber quién es el más barrigudo o el más flaco, el más rico o el más pobre, el peludo o el calvo y “otra prueba más contundente de que estamos llegando a ser todos iguales está en los famosos atascos”.

En los atascos de la autopista de Tenerife o Gran Canaria, todos somos iguales, porque aunque tengas un Ferrari o un Seat Panda con llantas de manganeso y cierre centralizado, llegarás al mismo tiempo donde quiera que vayamos.

Habrás comprobado también que los precios de los alimentos en todos los supermercados son iguales gracias al buen trabajo de los actuales políticos y obviamente los precios de los caprichos pueden tener cualquier precio, porque los lujos hay que pagarlos, pero no importa porque el amor está por encima de los valores materiales.

A veces cuando profundizo en la suerte que tenemos en estos tiempos con el logro de la igualdad, mis lágrimas bajan por mi rostro aunque no quiera, porque con los sentimientos no podemos jugar ni luchar en contra ni a favor, sin entrar en detalles.

Solo queda agradecer a todos y a todas las personas que han luchado sin prisa y sin pausa, para llegar a conseguir éste bendito tiempo que ojalá dure mil años o hasta el infinito y más.

Aquí lo dejo para seguir reflexionando sobre las romerías de los pueblos y además estoy llorando tanto que tengo que dejar de escribir porque mis lágrimas están mojando el teclado. Estimado lector, gracias por regalar un poco de tiempo leyendo, el tesoro más valioso del Ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá. Juan Santana.