Noticias Tenerife Juan Santana | Cango saluda a todos los veterinarios

Juan Santana | Cango saluda a todos los veterinarios

Cango saluda a todos los veterinarios

Cango nació en el sur de Tenerife en un solar rodeado de camiones y tractores. Su padre con más de cincuenta kilos falleció antes de que el naciera, atropellado por un camión y el propietario del perro regaló todas sus crías porque estaba muy triste.

El Chef Oficial de éste periódico Don José Luis Barbuzano decidió recoger a Cango y desde ese inolvidable día han pasado ocho años. Ocho años que lleva Cango viviendo en una finca de Güímar con toda libertad, sin collar, con buena comida, con mucho espacio y especialmente con muchísimo Amor de la familia.

El problema que tienen muchos perros y también muchas personas es que tragamos comida sin masticar bien y según los médicos, las personas tenemos que masticar una media de diecisiete veces cada vez que metemos algo en nuestras bocas, pero ¿Quién le dice a un perro que tiene que masticar una media de diecisiete veces?. Cango tal vez por la ansiedad o por cualquier otro motivo agarró una jartada y tuvo trancada las tripas durante algunos días sin poder hacer caca.

Le dieron sopas con mucho aceite y más cosas, pero al final hubo que llevarlo urgentemente al veterinario, que son los verdaderos profesionales para curarlo y con el miedo de que pudiera ser algo peor e incurable.

En ocho años era la primera vez que Cango salía de la finca, era la primera vez que le ponían un bozal, primera vez que lo montan en un coche, pero estaba tan echo polvo que más o menos pudieron subirlo y pesa más de cuarenta kilos.

La cuestión es que, quién verdaderamente lo crió desde pequeño fue una niña llamada Isa, hija del Chef y llamaba al padre cada cinco minutos y a escondidas llamó incluso a la Clínica Veterinaria.

Cango estuvo tres días ingresado porque estaba demasiado trancado y cuando Cango mejoró, tuvo que ir el Chef Oficial para subirlo a la mesa de radiografía, porque gruñía a todo aquel que se le acercara y enfrentarse a cincuenta kilos mosqueado no es fácil.

El último día fue cuando pudieron hacerle la radiografía y con Isa fuera, porque Cango miraba a todos lados buscándola y el instinto le hacía desconfiar de todos los que estaban muy cerca.

Una vez curado Isa lo tenía a su lado, pero Cango daba vueltas a su alrededor para que nadie se le acercara, como si fuera un guarda espalda profesional. El amor de los animales a las personas que los hayan cuidado y querido es insuperable y gracias a los veterinarios muchos perros siguen ladrando.

Aquí lo dejo para seguir reflexionando. Estimado lector, gracias por regalar un poco de tiempo leyendo, el tesoro más valioso del ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá.

Juan Santana.

- Publicidad -spot_img

Articulos anteriores