Noticias Tenerife Juan Santana | Mi relación con los pájaros

Juan Santana | Mi relación con los pájaros

Cuando son las cinco y media de la mañana despierto, es imposible seguir durmiendo y cómo decía mi amigo de juventud Manolo Guedez en Sardina del Sur, ¿Si no puedes dormir que haces dando vueltas en la cama?

Recordando mi relación con los pájaros, tengo guardado en mi disco duro del cerebro el sonido de cientos de pájaros porque desde niño estuvimos muy cerca. En la plaza del pueblo había un árbol muy grande qué era el punto de encuentro de cientos de pájaros todos los días y el sonido era brutal y maravilloso, quedándose grabado en mi cerebro y veces aparece sin pedirlo y esta madrugada quise recordarlo.

Estuve nueve años llevando una finca en la Higuera Canaria, una zona de Telde y de Diciembre a Febrero, solía madrugar desde las cinco de la mañana, porque gozaba sentado antes de salir el Sol y en era época de crías y el sonido de las crías pidiendo comida y viendo a sus padres volando por la zona buscando el alimento, es inexplicable. Una noche estaba con dos amigos, Felipe y Loly y cuando estábamos de tertulia, un pájaro se posa en mi hombro y nos miramos todos, incluyendo el pajarito que parecía estar saludando a los presentes.

Dos veces al final del día unos pájaros entraron a casa de Tenerife por la ventana que estaba abierta y los dejé dormir hasta el día siguiente que seguían su rumbo. También tengo la tristeza de haber traído un pájaro canario blanco de Las Palmas cuando vivía en un tercer piso, puse la jaula en el balcón y un cernícalo terminó comiéndoselo, cosas de la naturaleza, pero reconozco sentirme un poco o un mucho culpable de su muerte, porque era esclavo de los humanos y murió sin derecho a defenderse en la soledad de un balcón. Tenía un mirlo que lo crié desde pequeño porque estaba perdido y abrí su jaula en la azotea, salía por el día y volvía en la noche, hasta que un gato terminó con su vida.

Quedan muy pocos pájaros volando libremente porque los humanos han ido liquidándolos para que no coman sus parras, les disparan por ocio, deporte o porque somos gilipollas por naturaleza, sin olvidar que los enjaulamos y traficamos con su compra venta. Que dilema, que casualidad o causalidad que ahora los humanos somos los qué estamos enjaulados por su misma especie.

Esta madrugada del 22 de Abril del 2.020 estaba en la azotea gozando de las estrellas, sin sonido de coches porque no hay turismo, no hay trabajo, pero a las seis en punto escucho y veo un pájaro muy grande, pero es de hierro. ¿Traerá mascarillas o respiradores?

Estimado lector, gracias por regalar un poco de tiempo leyendo, el tesoro más valioso del ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá.

Por: Juan Santana.

 

- Publicidad -spot_img

Articulos anteriores