Noticias Tenerife Juan Santana | En el Planeta de los humanos locos

Juan Santana | En el Planeta de los humanos locos

Cuando por suerte nos hacemos adultos, tenemos experiencias, sabiduría de la buena o menos buenas, venimos de vuelta y vueltas. Somos padres, o abuelos y obviamente siempre nuestra educación dependerá de nuestros lugares de nacimiento y crecimiento. Cada uno sabe sus cosas y las transmite a su manera libre de pensamiento, con sus verdades y mentiras, y sus taradas mentales con la información que tenemos recopilada a través del tiempo.

En mi caso personal, cuando comparto tertulias interesantes con algunas personas que son más inteligentes de lo normal, porque son inteligentes que se pasan de listos, suelo sacar mis cartas ganadoras y brutales, especialmente con aquellos que degradan a los demás sin anestesia. Cuando alguien cree que es el Rey del Mambo en las redes sociales, desde sus teléfonos móviles tecleando y opinando de aquella forma desmesurada y sin medida, insultando a inocentes y sin pruebas, termino diciéndoles, “En lo que Absolutamente Todos Coincidimos Aquí, es en que estamos porque no tenemos otra cosa mejor que hacer y no olvides que si morimos a los aproximadamente siete mil millones de personas que habitan en el planeta, les importaremos un rábano”.

Hablar de sexo, política o religión, son temas que jamás llegarán a un entendimiento. Luego nos vamos a reflexionar y si con estas palabras no llegamos a un entendimiento dónde el respeto y la Educación sean la bandera, cada uno sigue su camino. La imagen de la foto adjunta, es de un ser humano en cualquier parte del mundo, que está más pa’lla que pa’ca y a pesar de los pesares, vive en su tarada mental. Tuvieron que venir hasta los bomberos a bajarlo, Pero la pregunta es, ¿Cómo logró subir hasta esa ventana?. Podríamos hacer más preguntas lógicamente, pero solamente me interesa saber cómo subió hasta esa ventana, porque es un máquina.

Estimado lector, gracias por regalar un poco de tiempo leyendo, el tesoro más valioso del ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá.

Por: Juan Santana.

 

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