Desde que un ser humano nace, le asignamos un número de identificación, un número de piso y habitación en el hospital. Luego aparecen los números de las cuentas del dinero que consumen desde los pañales, leches especiales, cuna, carrito, baberos, fechas y horas de visitas al pediatra, para seguir sumando hasta que somos mayores y comienzan los números en el Colegio, Instituto y Universidad, sin entrar en más detalles, de dinero o número de matrícula o aulas.
Números y más números que los seres humanos arrastramos durante toda la vida, porque nos encantan los números de mayor o menor medida según las infinitas razones. Muchos seres humanos o la gran mayoría estamos enganchados a los números, por no decir, que absolutamente todos dependemos de los números, desde el primer segundo que salimos del vientre de la madre que nos parió, porque comenzaron a sumar los años hacia delante y hacia atrás. Los más o menos viciosos jugamos a los números de los juegos de azar, buscando la Buena Suerte, para intentar conseguir tener muchos números en la cuenta y la avaricia quiere que siempre sigan sumando. ¡Bien nos gustan los números!
Luego están los números morbosos en los infinitos Medios de Comunicación, con los infestados, por los accidentes o actualmente el morbo de la cantidad de positivos en Covid, especialmente para los periodistas que luchan por ser protagonistas en máximas audiencias, en likes y protagonistas en número de visitas sin importar el daño moral que están causando a una sociedad cada vez está más desmoralizada. Les importa un rábano que la información tenga un efecto depresivo para miles de personas que no saben dosificar la información y caerán en el pozo del miedo y terminan derrumbados psicológicamente.
Estimado lector, gracias por regalar un poco de tiempo leyendo, el tesoro más valioso del ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá.
Por: Juan Santana.
