Voy a mezclar dos historias. La imagen adjunta de hace cuarenta y pico años es de Sardina del Sur en Gran Canaria y el profesor es Don Andrés en paz descanse, marido de Doña Paula. Recuerdo que las aulas tenían el baño en la misma aula y a veces cuando estaba Doña Paula dando clases, llegaba Don Andrés y entraba al baño y hablaba con Doña Paula mientras meaba y escuchábamos el sonido del chorro de su meada y jamás podré olvidar esos momentos y si esto lo hiciera un profesor en estos tiempos, el despido sería fulminante, pero confieso que sonrío cada vez que recuerdo estos tiempos, porque no es grave.
Y después de ésta anécdota pregunto, “¿Para qué nos hemos vacunado?”. Ocho amigos míos con nombres y apellidos tenían los pasajes para Londres desde el tres de Diciembre hasta el día ocho, en el famoso puente y no les acompañaba porque el sábado día cuatro tengo que tocar y cantar.
Pero la sorpresa desagradable fue que el día veintinueve de noviembre por la tarde les entró un e-mail dónde les comunican que están obligados a pagar setenta y cuatro euros en una cuenta de Londres antes de salir de Tenerife, para hacerse un PCR en cuánto lleguen a Inglaterra y además estar dos días confinados en el hotel, hasta que les llegue la prueba de que no son positivos. ¿Para qué estamos vacunados entonces?.
Obviamente han cancelado todos los ocho pasajes, porque si estaban por cuatro días y dos tienen que estar incomunicados, solamente estarían un día por la zona de los ingleses, porque el cuarto día es para preparar maletas y volver. Puro y duro negocio, aunque allá alegan que es por seguridad, pero no se lo creen ni ellos y verán que los últimos quince días de diciembre, los ingleses tampoco vendrán como el año pasado 2.020 para que dejen las libras en casa. Chiquito paripé tienen montado con el cuento de las vacunas, esta manada de mentirosos enredadores de las farmacéuticas y los políticos, pero al final pagaremos todos esta trama que tendrá una finalidad.
Aquí lo dejo, porque sobran los expertos del sí y los del no, por esto o por aquello. Ajo y Agua. Estimado lector, gracias por regalar un poco de tiempo leyendo, el tesoro más valioso del ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá.
Juan Santana
