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Juan Santana | Encuentro en Hotel Rural Bentor, de Realejos Bajo de Tenerife

El 30 de Noviembre, día de San Andrés un hombre cumple 50 años y organiza un encuentro en el norte de Tenerife, con toda su familia en un Hotel Rural de Realejos Bajo, Hotel Rural Bentor y cuando una persona convierte sus sueños en realidad, misión cumplida. Un empresario humilde, currante cien por cien, con mucha glamour y mucha clase y por encima de todo “persona”, organiza un encuentro con familiares y más allegados, para pasar sábado y domingo inolvidable. Primera convocatoria a las dos de la tarde, en el mismo Hotel, para comenzar a creernos que estamos juntos, echándonos unas tapas de tortillas, croquetas, pan de leña, unas cañitas y buen vino, acompañados del Amor Invisible de una familia Unida, en estos tiempos donde estar Unidos suena casi imposible, pero es verdad, estamos riendo, cantando, compartiendo tertulia y especialmente los niños que no están por la zona, pero sabemos que están cerca.

Cuando llega la noche, llega un mini bus a buscar a las veinticinco personas que estamos felices y nos dirigimos al Restaurante Terraza, Atuvera, a unos pocos kilómetros, dónde están esperando, para gozar una Cena Cumple de Platos especiales, carne, pescado, buen vino, clima agradable y al final la tarta de chocolate, para cantar todos juntos el cumple años feliz. Una vez cenamos, salimos a la terraza a echarnos una última copa con la respectiva charla, acompañada del pique de amigos con bromas y algún chiste malo. A media noche, vuelta al Hotel con el mini bus, para descansar y notamos que hemos crecido, no somos tan jóvenes, nuestros cuerpos arrastran más de cinco décadas y parecemos coches clásicos, una vueltita y para el garaje, pero nos quedan muchos años y este recuerdo, será para muchas vidas. Al día siguiente tenemos que abandonar a las doce,  pero después de desayunar, paseamos por la Iglesia que está muy cerca y tiene su plaza, dónde pudimos ver muchos niños jugando antes de entrar a misa y supongo que a clases de catequesis.

Hay un kiosco terraza muy acogedor, aunque este domingo tuvimos la suerte de tener un buen día, porque imagino que cuando pega el frío tiene que ser simpático. Confieso que no conocía los Realejos Bajo, ni siquiera sabía que existía y es tranquilo para cualquier persona que desee alejarse del mundanal ruido un par de días. Estimado lector gracias por regalar un poco de tiempo leyendo, el tesoro más valioso del ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá. Espero que algún día comparta esta misma experiencia o parecida.

Por: Juan Santana.

 

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