Noticias Tenerife Juan Santana | El coronavirus y la Casa de la Pradera

Juan Santana | El coronavirus y la Casa de la Pradera

El coronavirus es un bicho asesino que nos obligó a meternos en casa, pero también nos hizo reflexionar a millones de personas, especialmente a quienes pensamos las cosas antes de hablar, escribir o tomar decisiones, porque hay una parte qué son los simplones, quienes hablan mucho de los errores del vecino, ignorando los suyos propios y en muchos casos son incluso peores.

Es muy triste el sufrimiento de miles de familias qué han perdido a seres queridos, pero cuando nos vamos al otro barrio, aunque declaren dos semanas de luto, serán recordados si encontramos un lazo negro o banderas caídas.

Las personas de mi generación, los qué gozamos de La Casa de la Pradera, fuimos educados de la mejor forma, gracias a series cómo esta, porque no existía el teléfono móvil, especialmente a la hora de reunirnos la familia en la mesa. Los fines de semana festivos, si o si, a la una y media nos sentábamos todos en la mesa, para charlar mientras íbamos colocando los platos y sintiendo el olor de la comida qué tocaba.

En la Casa de la Pradera, los fines de semana iba toda la familia junta al pueblo, de compras, a la Iglesia y saludar a los amigos qué encontraban, pero el tiempo nos va cambiando, cuando el mercado va entrando en Nuestras Vidas. Nos van metiendo las diferentes marcas desde los coches, yogures, la misma agua, la leche y un sin fin de productos qué según las campañas de marketing serán las ventas de dichos productos. Pero el peor invento del mercado ha sido el teléfono móvil, especialmente para los qué jamás han sentido el calor de un padre, una madre, un hermano o un verdadero amigo.

El teléfono móvil nos une a millones de locos a través de las redes sociales con el peligro de caer en el círculo vicioso de cualquier tema tóxico sin entrar en detalles concretos.

El coronavirus tiene algo positivo aunque sea muy poco y fue unirnos a nosotros mismos principalmente, porque en casi tres meses nos hemos comido el tarro de tal forma, qué muchos nos hemos hecho la misma pregunta, ¿Vale la pena tener y tener sin dejar de querer tener? Pues no, lo que realmente vale la pena, es querer y querer, sin dejar de querer querer.

Las costumbres son difíciles de quitar y millones de personas están acostumbradas ahora a estar relajados, pero yendo más allá, había descubierto qué no vale la pena tener mucho, sino Vivir Mucho. Recuerdo a Conchita en paz descanse de Santa Clara, falleció a sus ochenta y tantos. Estuvo llorando casi cincuenta años, porque había trabajado muchísimo para fabricar su casa de dos pisos hasta qué llegó Fidel Castro con su comunismo y le arrebató el piso de arriba, qué era para su hija. Seguramente estará bien que te quiten casas si tienes más de una……u dos, ten cuidado y Vive si puedes.

Estimado lector, gracias por regalar un poco de tiempo leyendo, el tesoro más valioso del ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá.

Por: Juan Santana.

 

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