El abrazo con Ross Walters fue cómo un imán, auténtico, de esos que parece que no te quieres despegar y somos amigos de pocas horas, pero parece que somos amigos desde la infancia. No hace falta entrar en detalles porque no hay prisas, el tiempo pasó a ser historia y el futuro jamás existió, porque solamente tenemos pasado y presente. Tal vez algún día tengamos más tiempo para poder conocernos un poco más o tal vez mucho, no importa, porque con el apretón que nos dimos tenemos cargada las baterías durante mucho tiempo, cómo los teléfonos móviles y será hasta que el destino decida que nos volvamos a encontrar.
En los rostros las personas demuestran que han pasado los años y cada uno es un libro con infinitas páginas y según nos ven, nos miran, pero las apariencias muchas veces engañan. Comparto nuevamente aquella mañana caminando por la Avenida de Suecia en los Cristianos al sur de Tenerife, con un amigo y por la acera de en frente iba un mercenario, una persona con una vida especial para no entrar en detalles. La única relación que tenía fue por un trabajo que le hice para una tienda y él cruzó la calle hasta donde estábamos mi amigo y yo. Nos abrazamos y él siguió su camino. Entonces quién estaba conmigo me preguntó, “¿Tu eres capaz de abrazar a ese hombre?. Es un mercenario,….sin entrar en detalles”. Y le respondí, “El cruzó para abrazarnos y un abrazo no se niega a nadie”. Sin embargo, el abrazo con Ross Walters fue al unísono, mutuamente marcado dejando constancia de que estábamos felices por volver a vernos después de todas las mierdas que hemos vivido….sin entrar en detalles.
A ver si se pasan los tiempos de mal rollo y muchas personas tienen la suerte que tuvimos Ross Walters y yo de abrazarse de verdad, en color y en blanco y negro. Estimado lector, gracias por regalar un poco de tiempo leyendo, el tesoro más valioso del ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá.
Por: Juan Santana.