A la paloma la comparan con la rata
Fíjate cómo es la raza humana que va cambiando las actitudes con el paso del tiempo y tenemos infinitos ejemplos. Las personas de mi generación hacia atrás mirábamos a las palomas casi como animal de compañía, además de hacernos aquellas sopas de paloma o pichón y sin olvidar a las palomas mensajeras.
Gracias a Dios que las palomas mensajeras siguen ahí aguantando al pie del cañón con sus envíos de cartas a domicilio como juego, deporte o entretenimiento y no nos extrañe que en un futuro no muy lejano estén de moda nuevamente.
También recuerdo cuando éramos niños que nos decían que las palomas eran las que llevaban la espiga de la Paz y el Amor, especialmente las palomas blancas, pero las cosas han cambiado de forma radical y ahora las palomas han pasado a ser ratas con alas para la raza humana. Y es verdad que la raza humana entiende mucho de ratas, pero todavía les falta que entrar en muchos detalles, porque las ratas y las palomas no hablan delante ni detrás. Tampoco roban, ni matan y simplemente viven y dejan vivir, pero obviamente cuando tienen hambre saltan cualquier muro con sus consecuencias, lo mismito que hacemos la raza humana.
Las palomas hacen sus nidos en las fachadas de cualquier iglesia por ejemplo, justamente donde reina la paz, pero siempre hay formas para evitar que hagan sus nidos y defequen por todos lados.
Antiguamente muchas familias tenían palomares y hasta los huevos de las palomas eran buenos, pero con el tiempo, la raza humana cambió la historia y ahora la paloma es odiada, no es la Paloma de la Paz y el Amor, ahora es una rata con alas y recemos los creyentes para que jamás vuelva el hambruna y las palomas vuelvan a ser las salvadoras al igual que los burros, las cabras, los caballos y tantos otros animales que están degradados o ignorados. Aquí lo dejo, que voy a prepararme un sándwich mixto con huevos fritos de gallinas no estresadas.
Estimado lector, gracias por regalar un poco de tiempo leyendo, el tesoro más valioso del ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá.
Juan Santana