Por Jesús Millán Muñoz | Hay que preguntarse si usted cree que existen personas que han puesto zancadillas a otros en el mundo de la cultura, para que no asciendan, por motivos personales…
Quizás, por la competitividad, es decir, sentir que alguien te puede hacer sombra, en algún campo de la realidad; quizás por inquina y rencor, por alguna desavenencia que alguien haya tenido con otra persona, quizás, por cuestiones reales o hipotéticas que llaman filosóficas, ideológicas, quizás, por historias afectivas o sentimentales, de todo orden; quizás, porque tus abuelos y sus abuelos tuvieron alguna trifulca, y, se ha ido heredando las desavenencias, generación tras generación; quizás porque el concepto supuesto de esa actividad cultural o artística o filosófica es diametralmente opuesto o así lo crees, quizás por plazas potenciales o ascensos sociales o económicos o laborales, de todo tipo o de todo orden, quizás por pura y llana envidia, porque sientes que el otro es mejor que tú; quizás porque situamos o creamos que el otro es inferior, en algún orden de la realidad, dispone de peor trabajo o cualquier otra diferencia, y, entonces queda bien, rebajarlo más, dejarlo más en la cuneta, quizás… Porque si a todos los oficios liberales se le exige eficiencia y moralidad, sea al médico o al arquitecto o al abogado también se deben exigir a los oficios y profesiones de la cultura…
Si hubiese un código deontológico en los oficios de la cultura, en todos los aspectos de la cultura y Cultura en general, y, para todos los oficios y profesiones culturales, quizás esta problemática de las zancadillas, sería menor, y tendría menores consecuencias negativas, si es que existen. Porque estamos planteando si existen, y, si existen no solo en los autores o autoras, sino en la crítica, en los directores de revistas, directores de centros museísticos, en las selecciones de todo tipo que se hacen, en todos y cada uno de los saberes, de las artes, de las ciencias, de… y de…
La sociedad tiene que preguntarse, en definitiva en todas las ramas y áreas, no solo si los curriculum están bien hechos, para eso es fácil cada vez que se entregue exista un control y demostración de ello, o exista una entidad que valora si son ciertos o no lo son, quizás habría que estudiar esta realidad… No solo como se exige en las Universidades o se exige en diversos oficios y profesiones o se exige en acceso a algunas oposiciones oficiales, sino a y en todos los niveles…
Pero no sólo estamos hablando de los curriculum, sino estamos hablando, un tema aún más general, existe de verdad y racionalmente un sistema de selección correcto y lo más científico posible, de los recursos humanos. Hay quién piensa, que los recursos humanos, la buena selección, es una de las tres o cuatro patas o dimensiones para que una sociedad, país, Estado funcione de forma correcta y adecuada y racional. Sin una selección correcta de las personas, para todos los cargos y cargas es imposible que una sociedad prospere, o lo haga a la velocidad y la profundidad que exige. Y, si no existe una selección correcta del personal, esa sociedad, se irá quedando rezagada y atrás en relación a otras…
Esta es la gran cuestión y el gran problema. Este es, para muchos, que lo dicen en privado, lo vengo oyendo expresar desde hace décadas, este es uno de los problemas ingénitos y congénitos de nuestra sociedad y país… De ahí, como consecuencia, que cuando surge una urgencia, una realidad con otros parámetros no conocidos, o no normales o no rutinarios, generalmente la sociedad no funciona de forma correcta y adecuada y racional y eficiente y con prontitud –pongan ustedes los casos…-.
Si hablamos de la cultura en general, artes, ciencias, filosofía, teologías, cultura en general, no estamos hablando que unos autores y autoras hagan la crítica racional y ponderada y mesurada con razones y datos, de concepciones de otros. Esto es absolutamente necesario, porque si no se hace, el saber no va aumentando, y, estaríamos confundidos. Una, una cosa es realizar una crítica racional y mesurada y con razones y respetuosa. Y, otra, es dejar en la estacada a una persona, en un aspecto de la realidad, porque no nos gusta, o por desavenencias de mil razones que en la vida pueden surgir… Es decir, ponerle zancadillas para que no vuele más alto o no vuele, o no corra, solo camine… o, quién sabe…
Porque todo el mundo en la cultura tendría que ser más consciente del poder que dispone. Un autor, tiene que tener cuidado con responsabilidad y veracidad y verdad y bondad y bien y eficiencia de los contenidos que expresa, al menos en la medida que pueda, sea un científico o sea un filósofo o sea un ensayista o sea un poeta o sea un pintor o sea un ceramista o sea…
Pero el crítico y el resto de los oficios de la cultura, los que se denominan “intermediarios culturales”, que en la práctica son tan importantes como los autores y autoras, porque son los que ponen las obras y las producciones, los que seleccionan de una manera o de otra, las obras y autores, que la sociedad puede ver, analizar, consumir, disfrutar, conocer. Los que en definitiva, podrán vivir de esos oficios o no, los que podrán quedar para generaciones futuras o no. Cosa que nadie sabe… pues estas personas de los “oficios culturales o intermediarios culturales”, tienen una enorme responsabilidad…
Puede suceder, que a alguien se le veta, a un sujeto se le veta, en determinadas actividades, y durante unos años esenciales, lo cual, es una razón fundamental para que no vuele o despegue, mucho o poco. Y, por tanto se le cierran si no todos los caminos, si al menos muchos. Y, al final, puede que ese autor o autora, no sea un talento o un genio en esa actividad, pero cuándo se le cierra la puertas a alguien, y, se hace por otras razones diferentes, y, no una “justa y equitativa crítica”, quizás se esté cerrando las posibilidades de otras aportaciones que ese sujeto puede hacer en otros campos… quizás alguien como autor de teatro no sea genial, pero quizás ha escrito ideas para evitar accidentes de tráfico, con lo cual, si se le cierra las puertas a su autoría teatral, no por la crítica justa y equitativa, sino por otras razones no morales y no éticas, se está cerrando también a que sus aportaciones en la Seguridad Vial sean estudiadas por los órganos competentes…
¡Esta es la cuestión! ¿Esta es la cuestión…? ¿Si un autor engaña y miente en sus escritos, qué dirá cuando se enfrente ante el Tribunal de su Propia Conciencia ya sin engaños y sin mentiras, en el Juicio Particular? ¿Si una persona de los oficios y profesiones de la intermediación cultural, no seleccionan con el máximo rigor y la máxima moral posible, sino que lo hace, según inquinas y maledicencias y otras razones no morales y no justas, cuándo se enfrente a su Juicio Particular, ya sin engaños, ya sabiendo las consecuencias que sus actos han tenido, qué dirá entonces…?
¡Bueno, se pueden arrepentir, mientras que vivan, y, en la medida que puedan arreglar el desaguisado que han hecho a algunas personas…! ¡O, pueden decir y pensar que no existe después del Después…, por tanto no existirá Juicio Particular…! ¿Usted dirá…?
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