Por Jesús Millán Muñoz | Uno, uno de los grandes problemas de la filosofía y de la humanidad, es qué es evidente y verdadero o evidente y falso para ti, y, no lo es para tu vecino, hermano, amistad…
Entre los grandes problemas o cuestiones que llevo dando vueltas toda la vida, es éste una de ellas. Puede parecer pequeño, quizás sea pequeño para muchos. Pero para mi modesta visión de la realidad, es uno de las grandes, porque aquí estriba todo el tinglado mental de cada uno, de cada persona.
En ciencias es relativamente fácil, lo evidente es lo verdadero, lo que el método de la verdad-ciencia ha mostrado y demostrado, y, te guste o no, tienes que aceptarlo, hasta quizás, un siglo después, que ya no vivirás, que otro científico demuestre que esa verdad que todo el mundo aceptaba, hay que matizarla, porque la realidad es más amplia a explicar. Y, así va evolucionando las ciencias, o el método científico, hasta que se demuestre que existen otros métodos no-científicos, pero que son más exactos que la ciencia, algo más que el medir y cuantificar, y, el experimentar… los cinco o seis pasos del método de la Escuela de Padua-Galileo…
Pero en las ramas de las Humanidades –artes, filosofía, teologías-religiones, culturas en general, literatura…-. Diríamos en el reino de las palabras, la cuestión es más difícil. Porque además de la “ambigüedad” de las demostraciones, están los intereses, para uno, unos los fines y el bolsillo está de un lado y para el otro, es del otro. Y, así de ese modo y de esa manera y de esa forma pues se crean en todos los lugares donde vayas, al menos dos bandos… porque se mezcla todo. Y, entonces, qué enunciado o proposición o hecho o concepto, es para ti, verdadero-evidente-bueno-útil-eficiente, y, cual es para otro corazón-alma-mente-carne-bolsillo. Para ti no lo es. Y, esto si se mezcla en cuestiones sociopolíticas, ya tienes el tinglado, todo el tinglado humano, de todas las culturas, metafísicas, filosofías, religiones, sociedades, Estados…
Muchos, como diría Cunqueiro, solo podemos saber la verdad de la historia, cuándo han pasado tres siglos. Al menos, quizás, ya los historiadores y demás parafernalia de la sinfonía de la cultura, ya se atreven a hablar con su pequeña verdad, sin temor a represalias o antagonismos de cualquier tipo. Ya que hables o escribas que Felipe IV, era tal o cual, ya por eso, nadie se va a enfadar contigo… pero quién dice y quién habla de hoy, pues ya hay problemas….
Tal es así, que existe digamos una corriente en la cultura y Cultura, ambas realidades, que se habla más del pasado, para no decir nada del presente. Y, después, después cada uno diga o escriba lo que quiera o piense o sienta lo que quier. Así, así estamos muchos, hablamos más del mundo romano. Especialmente, de ese tiempo del paso de la República al Primer Imperio, al Primer emperador, pasando por César, Julio César y después por Augusto… y, así, nadie te tendrá que indicar otros menesteres…
Ante la figura de Julio César, Cayo o Gayo Julio César, (100 a. C.-44 a. C.) pues debo reconocer que en estas décadas de mi existir, y, también debido a la información que se ha recogido, pues hemos pasado por todos los circuitos neuronales de aprobación o de comprensión o de medio entendimiento, hasta un cierto grado de silencio rechazable. No sé, no tengo los suficientes datos y conocimientos, para tener que aceptar que era absolutamente necesario que la República Romana debiera de cambiar hacia otra forma de Gobierno y de Régimen y de Estado. Nunca me ha quedado claro.
Pero si es obvio que la enorme ambición de César, no era buena, ni para él mismo, ni para su sociedad, ni creo fuese bueno, a la larga para la civilización romana. Quizás, dirá alguien era la única salida, quizás lo fuese, pero quizás hubiese sido mejor, que las grandes ambiciones que tuvieron algunos hombres de Estado de su época, si hubiesen tenido menos, quizás les hubiese ido mejor a esa sociedad y a ese mundo. Quizás, la República habría durado y permanecido varios siglos más. La República que era en definitiva un enorme equilibrio de poder, la República de Roma, que era entonces, semejante, lo más parecido analógicamente con la democracia de hoy.
Como juicio definitivo, utilizamos en las viñetas el nombre de César y de Pompeyo, utilizamos ideas o conceptos de hechos de César, pero siempre miramos el pasado, el pasado de la historia para ver el presente. Nos miramos en el pasado para de alguna manera comprender el presente de Europa. Hoy, hoy me he encontrado con un gran artículo de opinión, llaman tribuna si es más larga, de Irene Vallejo, titulado El ángulo oscuro, publicado en El País, el 29 de junio del 2025, en el cual, nos explica mucho de la vida real, no solo de las grandes hazañas militares, del gran Julio César, que hemos heredado además del mes de julio del calendario, la palabra zar y semejantes… invito a leer este artículo-columna-tribuna periodística de opinión. Porque creo que nos enseñará mucho del corazón humano, del corazón de la historia, del corazón del poder, del corazón de usted…
En el fondo, siempre estamos con la misma pregunta de fondo, los que ostentan las Altas Esferas del Poder, sea Poder Político, sea Poder Económico, sea Poder Cultural, sea Poder Religioso… cómo deben domesticar su ambición, ese deseo de la ambición humana, que una cantidad mínima o suficiente, puede ser buena, pero una cantidad enorme o en exceso puede ser mala y negativa. Esta es la cuestión. Cómo cada ser humano que aspire al Máximo Poder en un ámbito de la realidad, realidad humana y realidad social humana, cómo tiene que domesticar y moralizar su ambición. También en el Poder Cultural…
Para que su ambición no se convierta, en el reino de la hipervoluntad propia, y, nadie sea capaz de poner límites a la ambición de los Poderes Máximos materializados en una persona o en otra. Esta es la gran cuestión. Durante siglos se habló del equilibrio entre la ética y la política, la Ética-Moral y la Política. Pero ahora, que las morales están en decadencia y declive, cómo la sociedad pone límites a la Ambición de las Autoridades Máximas, del Poder Máximo sea en un campo o sea en otro… Pregunto. Solo puedo preguntar. Usted, debe saber si recoge la pregunta o no…
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