Los siete pecados capitales, en lenguaje religioso teológico cristiano, que podríamos traducir en “siete errores morales graves”, en lenguaje filosófico racional ético y moral. Es o ha sido durante siglos la teorización, del principio y del origen de multitud de males y sufrimientos que le vienen al individuo y a la colectividad, si cae en algunos de ellos.
No solo para sí mismo, sino para otros, que pueden sufrir esos errores morales graves, también para la familia, si algún miembro de ella, cae en esa realidad o aptitud o actitud psicológica moral, y, para la sociedad, incluso, para el Estado, como máxima organización y entidad de Poder en las sociedades.
Se denominan capitales, porque viene y deviene el concepto de “capita”, cabeza en latín. Porque cada uno de ellos son la cabeza, el fundamento, el pilar del que derivan otros errores morales y psicológicos morales graves. Es como un árbol, de cada uno de ellos, si no se tronchan o truncan o podan surgen otros errores morales graves o leves. El gran problema es cuándo se juntan dos en una persona, léase por ejemplo, la lujuria y la envidia…
Por lo general, la clasificación, que viene del mundo grecorromano, no es una invención puramente cristiana, hasta dónde conozco. Cosa que muchos ignoran. Aunque quizás, en el mundo griego y romano no estaban tan catalogados y clasificados y organizados y sistematizados, sino diríamos, que fuesen de forma más autónoma e independiente…
Estos serían, en las distintas clasificaciones, sintetizando algunos: vanidad-soberbia, ira-cólera, lujuria, envida, avaricia, acidia-pereza, gula… Así, dichos, quizás usted no pueda entenderlos y comprenderlos, según la teorización clásica, expresada de forma sintética y general, para que pueda ser comprendida.
El pecado capital es un error psicológico moral, por exceso o defecto de una actitud o aptitud o hábito o acto o clase de actos. La moralidad correcta, siguiendo al maestro Aristóteles, es el término justo y equitativo medio, o armónico, se podría indicar. En la gula, ni es bueno comerse medio kilo de jamón cada día, que sería gula, ni no comer nada, que sería poner la propia vida al borde de la muerte… sino el término medio, degustar la comida necesaria y correcta, si es posible, de forma diaria…
Francisco Umbral, publicó en El País, del 15 de enero de 1977, un artículo titulado: Los pecados capitales, en los que menciona, según su estilo algo de esta temática, mezclándolo y combinándolo, con los que algunos indicarían como culturalismo –cosa que yo también hago muchas veces, lo expreso para que no se entienda que es una crítica soterrada-, en este caso, cita al pintor Cuixart, Rubén Darío, Torrente Ballester, Díaz-Plaja, este último realizó el famoso libro, si no recuerdo mal, de “Los siete pecados capitales y los españoles”, que tuvo un gran éxito, con distintas ediciones, y que hace unos meses, me encontré una persona, que todavía me dijo lo leía y lo releía –yo, también lo hice hace ya muchos y muchos y muchos años…-.
Supongo que pocos habrán leído, ni hoy, ni ayer, si hace varios siglos y durante varios siglos: La Guía de Pecadores de Fray Luis de Granada, dónde desarrolla dicho concepto, lo explica, busca soluciones para no caer en algunos de esos errores morales graves, si se miran desde la óptica racional y filosófica, y, de los siete pecados capitales o pecados graves o pecados mortales, si se mira desde la perspectiva religiosa y teológica cristiana…
Hablando hace unos meses, quizás unos veinte meses o aproximadamente, con una persona que imparte religión o cultura religiosa o cultura religiosa cristiana, no sé el nombre oficial de la asignatura, en el sistema académico oficial.
Asignatura de libre elección, le pregunté si los libros de texto o manuales oficiales, están en ellos insertos algo de las concepciones de los pecados capitales, y, me indicó que no…
No vamos a hablar aquí, en esta ocasión de la teorización del bien y del mal, del mal moral, del mal moral como concepto religioso o como concepto teológico cristiano. Pero si deberíamos fijarnos en dos aspectos:
Uno, que es obvio y evidente, que llevamos dos siglos, aproximadamente, de una poda enorme de las concepciones morales y éticas que Europa y Occidente ha sustentado y sobre las que se ha fundamentado el orden social y político, e, incluso las concepciones profundas del Estado. Y, opino y recuerdo, que el Estado, desde el punto de vista social y seglar, es la institución y entidad esencial, quizás, la más importante que la sociedad ha descubierto e inventado y es el origen de muchas otras, porque es el fundamento y el sustento de casi todas, en mayor medida o en menor…
Segundo, que muchas hecatombes que sucedieron en el siglo veinte, no habrían sucedido, o habrían disminuido su malignidad, si la mayoría de la población, siguiese pensando que los “errores morales graves, son esencialmente graves”. Es decir, si la mayoría de la población europea pensase que los “siete pecados capitales”, es un elemento grave de distorsión de individuos, colectivos, sociedades…
O, dicho de otro modo, si las elites que organizaron en el mundo, miles de campos de concentración y algunas docenas de concentración-exterminio, hubiesen creído en los pecados capitales, quizás, no habrían puesto en marcha, seguro que no habrían puesto en marcha, genocidios, catástrofes sociales, miles de campos de concentración, y algunos de concentración-exterminio… ¡Pero no solo en Centroeuropa sino en otros lugares del mundo, bajo distintas banderas, distintos tiempos y épocas, culturas, civilizaciones…!
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