Todas las personas llaman, no a una puerta, sino a muchas, alguna se le abre, la mayoría no. Los escritores, pensadores, artistas, catedráticos, economistas, científicos, todos-todas.
Podemos centrarnos en un campo el de los escritores, pero aplicables a todos, escritores en todos los géneros y formas y maneras y estilos y épocas. Cuándo se leen sus biografías, te percatas, que tocaron muchos timbres, pero la mayoría no recibieron oídos, pero alguno, se les abrió. Esa obertura y abertura, en sus vitagrafías, si son honrados y honestos, les permitieron avanzar un paso o muchos…
De ahí, que en todos los terrenos culturales, pongamos el ejemplo, de artistas, músicos, literatos, danzistas, cantaores y, los mil oficios posibles, no solo como creadores, sino interpretadores, directores de revistas, museos, fundaciones y mil otras cosas humanas y culturales. Todos están y son y sonsonean para que algún pasillo cerrado se les abra. En el articulismo también…
Unos, pueden ser que tengan talentos y no se les abra ninguna ventana, otros puede ser que no tengan talento y si se les abra. Unos, pueden que sean capaces después de correr un buen camino y trecho y sendero y autopista. Otros, apenas avancen unos cientos de metros. Unos, serán olvidados desde el principio, otros, quizás, pocos serán recuperados, después de una existencia, de medio aceptación, y, como algo portentoso y único, alguien, totalmente desconocido, se valore su obra, después de su fallecimiento o, los últimos meses y años, se pone siempre como paradigma: Proust, Pessoa, Kafka, V. Maier, pero existen algunas decenas más que se conozcan. Siempre la pregunta está, cuántas producciones culturales de valía se perderán. Nadie sabe contestar a eso.
Muchos, llaman a puertas, pero no saben a qué doseles tiene que rozar sus nudillos, no disponen de números de teléfonos, no tienen suficiente agenda, no tienen mentor que les presente a otros… Pueden que se hayan pasado, toda su existencia, en su actividad cultural, diez o cincuenta años sin exagerar, enviando miles y miles de cartas, miles y miles de correos electrónicos. Y, salvo alguna excepción, la respuesta, siempre ha sido el silencio.
Nadie ha apostado por la valía de su profesionalidad, capacidad, talento. Nadie. Y, se van apagando sus colores y sus esperanzas. Puede que no dispusiesen de esa capacidad sobresaliente de percibir o transformar la realidad con la percepción y las ideas. Puede que como jamás se le permitió y se le dio la llave, pues nunca pudieron que la campana de los colores y de los sonidos florecieran. Siempre, nos quedará la duda.
Las mismas personas, llegará y les llegará un momento que tendrán dos preocupaciones: no sabrán en el fondo la valía de su producción, hayan construido mucho o poca. Y, en segundo lugar, se encontrarán en su última trayectoria, y, saben, que posiblemente, ya se haya perdido mucho, y, más lo hará en las siguientes décadas. Al final, dentro de unos lustros, nadie conocerá que hubo un ser que intentó cantar unas melodías, en tal o en cual campo de la interpretación cultural… ¡Y, todo o casi se olvidará y destruirá y deteriorará y perderá y hundirá en la nada…!
¡Pero es mil veces mejor, construir un mundo cultural, sea talentoso o parco en valores, que no rellenar el vientre de güisqui o semejantes realidades, es mejor, fracasar intentando producir un edificio cultural, y, no conseguirlo, que no reventar tu mente y tu alma y tu conciencia en los hedonismos sin medida que ofrece el mundo…! ¡Es mejor fracasar en el intento, que no empezar a andar por estos caminos…!
Hay personas que dentro de un área grande, pongamos por caso de la escritura, han ido de un género a otro. Se han dicho haber si tengo un lugar o talento o discernimiento o capacidad en el cuento, y, dedican más tiempo y esfuerzo a él, después, el bronce de las puertas le rompen las narices, y, van de un género a otro, a la novela, al teatro, al ensayo, al artículo periodístico, al cuento infantil… Y, así, en distinto orden de la realidad y de las posibilidades, de las formas y de las maneras, de los lugares y de los tiempos… Así, así existen muchas historias…
De alguna manera, es algo semejante, a aquella persona, que va buscando un trabajo remunerado, en un área de un oficio o profesión o especialidad. Va pasando de una carga y cargo y responsabilidad y labor a otra. A unos, se les abre posibilidades, y, van ascendiendo, otros, parece que tienen que ir de empresa en empresa, de categoría en categoría, de labor en labor… Así, dicen, que cada vez, más personas van aumentando, y se van complicando la vida. Los estudios profesionales y oficiales, a algunos les valen mucho, a otros, muy poco. Como en todo, a unos se les abren puertas, a otros, apenas…
También ocurre, que a algunos escritores, y, ésta es la metáfora, puede ser aplicado a muchos oficios y lugares y vocaciones, les abrieron ventanas, y, a través de ellas, y sus talentos, arribaron a posiciones altas. Pero después, cuándo a sus puertas, otros en otras décadas después llamaron, pero ellos, cerraron los cerrojos detrás de ellos. Ellos, salvo alguna excepción, ya han ocupado el palacio de invierno, y, parece no desean permitir que otros puedan pasear, por la avenida de los campos eliseos, con cierto éxito… Son, son solo ellos o ellas, y, alguna excepción. Olvidaron, cuándo les abrieron la ventana a ellos o ellas. Claro está, ellos tenían talento y lo han demostrado, y, usted no… muchos usted no. Eso piensan y eso sienten y eso les permite seguir durmiendo
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