En todos estos años hemos visto como las Casas Reales de toda Europa, también lloran. Es difícil abordar un tema como éste. Porque no me agrada que llore un niño en un lugar del mundo pidiendo, en una puerta de una calle, ni tampoco que lloren los niños de ningún estrato social, cultural, ideológico, religioso. No deseo que llore nadie. Pero la realidad humana es que también existe el sufrimiento, la pena, la angustia, el temor, el desaliento, la desesperanza…
Pienso y opino, que tantas cosas nos enseñan y aprendemos y aprehendemos y olvidan y olvidamos a que tenemos que saber que existen tormentas y huracanes y seísmos y volcanes y maremotos en la realidad humana. Unos, unos son pequeños y otros son grandes y otros medianos. Como las alegrías, unas son grandes, otras medianas y otras pequeñas. Los reyes también lloran. Lo hemos visto en todas las Casas Reales de toda Europa, porque en otras, de otras zonas del mundo también lloran y llorarán, cosa que no nos alegramos y que también sentimos, pero sus sistemas informativos y de comunicación son más cerrados, con lo cual, apenas se sabe internacionalmente cuando lloran.
Me he encontrado con un artículo del maestro del columnismo Umbral, que saben ya ustedes, si alguien me sigue que apenas lo cito, con una columna titulada: El Rey llora, publicado en EL Mundo, el 07 enero del dos mil. Y, se refiere a nuestro rey, ahora emérito, indicando dos episodios y nos cita que lloró en el entierro de Doña María y lloró en el casamiento de su hija en Barcelona. Me temo que el rey ha llorado muchas otras veces. No me agrada llorar yo, ni que usted sea panadero o industrial o ejecutivo también llore.
No me agrada que llore ningún presidente de gobierno que ha tenido este país –ni de ningún país, lo aclaro por si alguien piensa algo que no está en mis palabras, ni en el texto, ni en mi corazón…-. La famosa novela y telenovela y serie de telenovela: “Los ricos también lloran”, que se ha hecho ya máxima popular. El maestro del columnismo Umbral, uno de los diez más grandes de estos tres siglos en esta Piel de Toro, falleció en agosto del 2007 y no ha presenciado los lloros posteriores del rey, ahora denominado emérito, ahora exiliado, ahora envejecido, ahora esperando que España le perdone…
Pero debo confesar, que aunque debemos prepararnos al invierno del sufrimiento, que puede durar días o meses o años, debemos también aprender con escudo y espada a defendernos del lloro y del llorar. Debemos no provocarnos a nosotros el lloro y el sufrimiento y la pena y la angustia, con inteligencia racional y con inteligencia moral. Y, no debemos provocar a los otros lloros. Debemos defendernos del mal y de la maldad de nosotros mismos contra nosotros mismos, pero también del mal y de la maldad de otros, contra nosotros mismos. Hacerlo con inteligencia correcta, buenos conocimientos correctos, actos correctos, moral correcta, palabras correctas, -frases casi copiadas del maestro Buda…-.
No sé, si no nos preparamos para reír, ni tampoco para llorar, y, la vida es una ensalada con algo de vinagre y con algo de miel. Y, se mezclan. Puedes decir, con razón, que a unos seres les toca más la acidez y a otros más el azúcar. Quizás, a unos, en unas épocas les toca más lo negativo y el lloro, y a otros, más la risa y la alegría. Es un mandato, casi evangélico, reír y alegrarse del bien del otro, cuándo ríe, si es legal y si es moral; y, también, llorar, entristecerse con el otro, cuándo llora y se enmudece su corazón.
Creo que Europa está sufriendo una enorme crisis moral, y una enorme crisis espiritual. De continuar así, dentro de unas décadas, algunas diócesis no tendrá suficientes curas o presbíteros o sacerdotes que puedan ser faros y luces para enseñarnos una moral y una religiosidad más elevada. Porque como se decía en la película de Espartaco, la primera, de hace décadas, el protagonista refiriéndose al segundo personaje masculino, parafraseo: “los hombres también necesitan poesía”. Los hombres y mujeres necesitan elevar su espíritu y su alma, no ensabanarse y enzaganarse y embarrarse en el barro de la no-moralidad correcta. Podemos ser tolerantes y debemos serlo, pero no podemos llamar al bien que es mal, y, al mal que es bien.
No entiendo el mundo, sé que estas palabras no tendrán apenas eco, ni deseo que tengan demasiado –así ningún foco de ningún poder se fijará en mis labios-, pero no sé si en demasiados medios de comunicación y culturales y sociales y de diverso tipo, se esfuerzan adrede a hacer a los humanos más peores moralmente de lo que son, que caigan y caigamos en algunos de los siete errores morales graves: lujuria, gula, pereza-acidia, envidia, soberbia-vanidad, ira-cólera, avaricia-codicia… Y, así los humanos, una gran parte, estamos entrelazados por esas pasiones desbocadas e irracionales y desarmonizadas que nos descontrolan y descoyuntan y desmiembran.
Los reyes también lloran como usted y como yo, solo tiene que mirar las portadas de los periódicos cada semana…
http://youtube.com/jmmcaminero © jmm caminero