Quizás, al terminar la guerra fría, que durante décadas nos tuvo ante el temor nuclear, y, por tanto la desaparición completa de la especie humana, y, de otras especies. Pues pensamos que el mundo, al menos, el Occidental, si no iba a ser un paraíso, iba a ser y sería una antesala al paraíso.
Pero la realidad, es que en estos últimos años, además de enfrentarnos o crearnos o confrontarnos graves crisis económicas mundiales, graves crisis demográficas y migracionales a nivel mundial, graves crisis biológicas o de salud mundial, ahora, además de todas las guerras existentes en el mundo, siempre unas decenas, ahora, la guerra en el Este de Europa… Pues, las personas, durmieron, durante meses y años, con una cierta tranquilidad, y, se han ido despertando notando una grave ansiedad y temor…
Quizás, no se pueda explicar esa exageración de personas en las calles, multitudes casi, por un simple festival o feria o día de fiesta o algún acontecimiento, en cualquier lugar de Europa. Salen/salimos como riadas a las bocanadas de las plazas.
No sé, si es para olvidar el pasado, para pensar que podemos vivir otra vez la vida normal y de forma rutinaria. Porque así curamos nuestros miedos más profundos. O, quizás, porque sentimos o tenemos miedo, amenazándonos con que no vamos a tener calefacción este invierno, o que va a caer sobre algún lugar de Europa, bombas nucleares de pequeños tonelaje, las llamadas tácticas, suficientes, para destruir una ciudad o un ejército entero –cosa que no tiene sentido, hoy, se puede realizar lo mismo, destruir cientos de tanques con los drones…, para que van a utilizar una bomba micronuclear…-.
Leo un artículo, del excelente periodista y articulista, Pedro G. Cuartango, del año 2009, parece que tuvo una clarividencia precursora, previó –lo que demuestra y muestra, que eso de la actualidad en la prensa, es una concepción relativa-, titulado Cuando llega la peste, El Mundo.es del 02 mayo del 2022 dónde combina realidades e ideas, de La Peste de Camus, y de la Peste porcina, interrelacionando conceptos y datos e imágenes con la actualidad. Pero que podrían servirnos a nosotros para reflexionar o inflexionar en la imagen-concepto-idea-enunciado que podemos tener sobre esto.
En definitiva, no nos engañemos a nosotros mismos. Tenemos miedo a la muerte, tememos a la muerte. Por un lado, muchas personas, están cansadas de la vida y de la existencia, en muchos aspectos, que consideran deficientes, irracionales, arracionales, inmorales y, sin sentido común y sin prudencia y sin suficiente eficiencia.
Pero por otro lado, sentimos que cada día, el aire nuevo que se respira es una esperanza para un mundo mejor. Hoy, la enfermedad que tengas, puedes salvarte, y la misma la padeció tu padre, hace tres décadas, y, no pudo superarla. En el mundo, seguimos pensando hay más motivos de alegrías que de penas y de angustia. Hoy, se vive y se existe mejor, que hace diez o cinco siglos. Hoy, cada persona tiene más derechos reales y teóricos, más que hace tres siglos… Hoy, la vida se ha humanizado en el mundo, aún más en Occidente… ¡Y, en esa lucha dialéctica estamos y somos…!
Se nos ha metido el miedo en el cuerpo, esta es la cuestión. Vivíamos en una cierta tranquilidad y sosiego y armonía con nosotros mismos. Y, sabíamos por los telediarios que las hambrunas y el hambre y las guerras y las epidemias ocurrían en zonas alejadas de nosotros mismos, de Europa. Pero hoy, hemos vuelto a sentir, que todo puede suceder, en el patio de nuestra calle, o en la plaza de nuestro pueblo.
Por otro lado, los europeos, nadie nos puede enseñar, el temor y la realidad de las guerras, nos hemos pasado siglos, desde la caída de Roma, añorando a Roma, formar un único Estado Europeo, que a través de los siglos ha ido denominándose de distintos modos. Hemos soportado cientos de guerras en dieciséis siglos.
Hemos soportando multitud de vaivenes de la historia y en la Historia, y, ahora, ahora que parecía que el sueño de Estados Unidos de Europa estaba más cerca y cercano. Ahora, percibimos que todo el entramado arquitectónico de la realidad, se nos puede caer en nuestras espaldas, sobre nuestros ojos.
Ya los europeos, nuestros antecesores, y, nosotros hemos padecido consecuencias, de las dos guerras mundiales, que nosotros originamos y creamos, con consecuencias tremendas y trágicas y crueles y dramáticas en la misma Europa.
Nosotros hemos padecido las consecuencias de esas dos guerras mundiales, de una forma y de otra. Por tanto, ahora con la situación actual: siempre con el peligro de los cuatro jinetes del Apocalipsis sobre nuestra cabeza y cuello y estómago y vientre…
Y, pregunto y me pregunto, ahora que existen cientos de miles de investigadores en las ramas sociales, ahora me pregunto y les pregunto, ahora, no podrían empezar programas de investigación, a semejanza como se hacen con el cáncer, e, intentar que las pestes y las epidemias y las guerras y el hambre y, todas esas catástrofes puedan desaparecer de la faz de la tierra, o, al menos reducirse ostensiblemente, como paso intermedio para su desaparición.
Hoy, que el mundo está lleno de millones de científicos naturales y matemáticos y sociales y filósofos y, no podrían seriamente, ponerse a encontrar soluciones, pequeñas o grandes, para que los cuatro jinetes del Apocalipsis, se reduzcan, desaparezcan, se extingan… las pestes económicas, las pestes biológicas, las pestes políticas, las pestes económicas, las pestes… ¡No ha llegado ya la hora de dar este paso…!
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