Llevamos meses y años, intentando predecir, si esta marcha, que no sabemos hacia dónde nos dirige, se queda ya estancada. Pero la realidad, es que cada día, en los temas sociopolíticos y socioeconómicos caminamos hacia horizontes, que nos llenan de preocupación, a veces, de dolor y perplejidad y angustia.

Tememos que vaya a suceder cosas que no nos gustan, que no deseamos, a nivel colectivo, social, económico, político, estatal. Sin exagerar, tememos que el mes que viene vendrá alguna información o dato o realidad que sea peor que el actual, y, así en esa dialéctica de la sucesión de acontecimientos…

Intentas continuar una vida normal y rutinaria, seguir sonriendo a la vida, a ti mismo, a los cercanos y a los otros. Pero una preocupación y temor, sigue a otro, y, cada vez, se van extendiendo. Intentas calcular cómo será el futuro a medio plazo, a corto plazo.

A ver, si ya, nos levantamos y decimos a nosotros mismos, las tormentas y los huracanes y los seísmos y los volcanes se han terminado, al menos, en los próximos diez o veinte años.

Pero no sentimos esa certidumbre. Nos llenan de preocupación, también de tristeza, las palabras de unos o de otros, los hechos y actos de unos y otros, las amenazas veladas y sin velar de unos y de otros…

Y, tú, que conoces lo suficiente de la historia de este territorio y geografía y país, desde los romanos hasta ahora. Temes lo que puede suceder. Que el equilibrio desequilibrado que estamos sufriendo, de la noche a la mañana, todo el castillo de conceptos e ideas y prácticas se caigan en mil trozos.

Estamos y sentimos en el silencio y por el silencio, esperando que todo no se complique. En la medida de nuestra modestia, intentamos no exacerbar los ánimos. No pedir apenas, no exigir apenas, no esperar demasiado apenas, no criticar apenas. Intentar construir y no destruir, ni siquiera con palabras…

Que va a pasar mañana, que va a suceder con y en las próximas elecciones nacionales. Se llegará a un acuerdo entre las grandes fuerzas sociopolíticas que nos permitan un equilibrio y una armonía.

Las fuerzas sociopolíticas regionalistas tendrán sentido común y prudencia y racionalidad, y, se darán cuenta, que diez dedos en dos manos es mejor que siete dedos en dos manos, que es mejor ser cincuenta millones de habitantes en y con un Estado, que no varios de veinte, que es mejor ser cincuenta millones, que ya es poco, sabiendo que ya existen Estados con mil millones. Volverá la prudencia, la racionalidad, el sentido común, el controlar las propias pasiones sociopolíticas. A veces, me digo existirán los siete pecados capitales aplicados a la sociopolítica y a la socioeconomía…

¡Qué va a suceder con mi sociedad, país, territorio, geografía, cultura, Estado, qué va a suceder, qué tendrán que vivir y existir mis descendientes…! ¡Cómo saber y calcular lo que puede suceder, hacia dónde nos dirigimos, por dónde podríamos caminar, por dónde deberíamos andar…!

Dirán ustedes, calcules más o menos, lo que suceda no cambiará radicalmente, lo que vaya a acontecer, porque apenas tú, tú no puedes hacer nada. Tú eres una persona del pueblo, sin poder político, sin poder social, sin poder cultural, sin poder económico, sin poder de ninguna clase. Tú, eres un ser que camina soportando los acontecimientos colectivos, más los errores personales…

Te asomas esta mañana, te asomas cada mañana esperando que las noticias sean buenas y positivas y esperanzadoras, pero demasiadas tardes y noches, te acuestas con una preocupación más, como si el barco se dirigiese hacia el acantilado, hacia el abismo por el que se podrá y podría caer.

Y, después si se desparrama en los vaivenes negativos de la historia, no saber lo que podría suceder de negativo, pero ninguna cosa buena… ¡Porque la historia ha demostrado hasta la saciedad, que de un día a otro, un año a otro, un equilibrio débil se puede convertir en una barahúnda de acontecimientos negativos, que nadie es capaz de controlar…! ¡Aviso a andantes o nadantes o volantes…!

¡Qué sucederá mañana, qué sucederá dentro de dos meses, qué sucederá dentro de diez meses…!

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