Pueden ser actos y actuaciones, familiares, sociales, laborales, culturales… Cada uno en su temática, desde poner el desayuno a los hijos y llevarlos a la guardería, hasta entrar en la mina y levantar muros y materiales, o, enseñar a niños o adolescentes las concepciones normales para que puedan vivir y sobrevivir, o quién, sabe si dirigir una enorme empresa internacional o un gobierno de millones de personas…
Cientos de millones de seres humanos, posiblemente miles de millones de seres humanos –el planeta está formado ahora por ocho mil millones-, se levantan cada día, y realizan docenas de actos, para su bien, sus familias, la sociedad, el Estado.
Cada uno, pone un café a una persona que no conoce, o da un diagnóstico de una enfermedad, o vende una magdalena, o construye un vehículo o estudia un caso jurídico o mil motivos o mil razones. O, escribe un modesto artículo periodístico de opinión/personal/literario…
No somos conscientes, que aunque realicemos actos malos, también hacemos buenos. Y, que la mayoría son más buenos que malos, a veces, me pregunto, alguien habrá estudiado la proporción de actos buenos que se hacen en un día, y cuántos malos. Yo, yo pienso y opino y creo y deseo pensar y opinar y creer, que al menos más buenos que malos…
Por tanto, cientos de millones de seres humanos, aunque nadie los reconozca, son pequeños héroes y héroas. Todos los días se levantan, y tienen que realizar docenas de actos, que no tendrán brillo, que no les darán ningún premio, ningún homenaje, ninguna medalla, a veces, las gracias, a veces, ni siquiera las gracias, a veces, un salario, a veces, sin salario… Esos héroes/as modernos, que durante siglos, han atravesado los surcos de los milenios, cambiando/soportando las culturas, y épocas y tiempos, pero siempre presentes y en todos los presentes…
El articulista J.R. Alonso de la Torre, nos narra en Colpisa, del día 19/02/2023, un artículo titulado: “Aguanta, Manolo”. Indicándonos el hecho, que suele suceder y pasar, entre vecinos, del mismo barrio, que se van cruzando a la hora de la mañana, a la hora del trabajo, y, después, de muchos años coinciden en el autobús, tren, metro o se cruzan por la calle o la plaza, y, al principio se saludan, con un buenos días, después, se dan ánimo y se dicen alguna cosa, pequeñas frases –añado yo…-.
El hombre, referido a la especie y a la humanidad, es bueno y es malo. Lo hemos expresado, pienso y muchos pensamos, que es más bueno que malo. Pero ese es el trabajo del hombre, aumentar su bondad y disminuir/erradicar su maldad. Hacer actos, aunque sean pequeños buenos, y cada vez, menos malos.
No nos da alegría a todos, cuándo alguien al pasar a un bar, pedimos un café, y el camarero nos trata con amabilidad y una sonrisa. No es mejor eso, que la contestación sea agria, correcta pero agria, con un poso de veneno… Pues este ejemplo, pasa en todo… Los humanos tenemos que ir disminuyendo las fibras negativas que tenemos, y, aumentando las fibras positivas…
Las epopeyas clásicas, durante siglos, han sido de héroes guerreros o héroes de dioses o mitos o relatos mezclando historias de guerreros y de dioses. Pero ahora, Whitman se percató, el héroe es la persona de la calle, que durante años y años, dedica muchos años a la formación y a la educación y a la escuela, en todos sus grados.
El héroe es aquella persona que durante lustros y décadas está en un surco de trabajo o buscando tener uno.
Héroe es la persona que en su casa prepara todos los quehaceres para que la unidad familiar continúe, o realiza dos funciones, el trabajo y la casa.
Héroe es aquella persona que a una cierta edad, diez o treinta años, le toca en suerte el meteorito de una enfermedad, y, tiene que sufrirla y soportarla durante décadas y lustros.
Héroe son aquellas personas que llevan lustros intentando hacer una labro investigadora o cultural, durante años y años, y nadie lo aprecia.
Héroe es el político de turno, que ahora tanto se critica, que se tira años, intentando servir a la sociedad, y encima es criticado.
Héroes son todos, porque en este país, el deporte es criticar a los otros, en todos sus oficios, sean abogados, médicos, maestros, curas, empresarios, políticos, etc., etcétera, etc.
Para terminar, habría que indicar una realidad, que olvidamos demasiadas veces. Sin el trabajo, pequeño o grande que cada uno hace, sea recoger los papeles de la vía pública, sea curar una herida, sea vender un pan, sea mil cosas.
Sin ese trabajo, millones de millones de actos y actuaciones, pagadas o sin pagar: sin toda esa labor, los seres humanos, no seríamos capaces de vivir y sobrevivir.
Todos esos trabajos, valorados socialmente o no valorados, son esenciales para la historia de la humanidad, para cada día. Sin esos millones de millones de trabajos, el mundo caería en el caos, y, por tanto en la desaparición. Al menos, el mundo humano.
Por tanto, hoy, doy mi pequeño homenaje a todas las personas, a todas, que cada día, se levantan y hacen uno o diez o cien pequeños trabajos o labores necesarios para vivir ellas, sus familias, la sociedad, el Estado, la humanidad, la especie… ¡Por tanto, hoy le canto a usted, sea usted quién sea…!
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