Hace tiempo, ya mucho tiempo, que distinguí en los humanos, aprendido de la historia, con los que hablo y ando y camino y con los que leo y pienso y razono y percibo realidades, tres diferencias y dimensiones: lo que hacen y en el fondo son en sí, con su arco iris de ser y de estar, algunos, hasta dónde se saben y conocen, muchas sombras, muchos grises, cercanos a muchos negros, y, también, muchos colores…
Lo que dicen defender y defienden, ideologías y grandes banderas que levantan a los infinitos montes de las palabras y de las ideas. En tercer lugar lo que crean, sea en un campo del saber o de la industria o de la economía o de la política o de las letras…
Son tres miradas y perspectivas y dimensiones que se completan y se complementan. Que no vengo a juzgar a ninguno, a las decenas y cientos que he ido citando y sintiendo y aprehendiendo y alabando, a lo largo de las décadas, de todos he aprendido y aprehendido ideas y conceptos, todos nos han dado nuevas formulaciones o ideas o imágenes o ecuaciones en las letras y en las ciencias y en los saberes. Y, a esa aportación a la humanidad, a esa innovación o descubrimiento o creación debemos ser generosos y alegrarnos y agradecidos.
Pero también, tienen, algunas figuras, sombras negras y grises, en sus personalidades psicológicas y personalidades morales, obscuridades, que rayan con la negrura. En sus diatribas normales de la vida, en sus diálogos normales de su existencia, en sus actuaciones de la vida normal. Incluso en sus posturas, que los idealismos están bañados de sombras negras. ¿Cómo se preguntan, como muchos después, grandes intelectuales con gran corazón y gran sensibilidad y gran saber, que no se percataron de grandes sistemas ideológicos, que tenían grandes discursos humanitarios, pero también, grandes campos de concentración, de un color y de otro…?
¿Cómo grandes figuras, pudieron caer en errores tan grandes, tanto en unos bandos como en otros, es una de las preguntas que están en muchos foros culturales, cuándo ya, se relajan las conferencias, y empiezan los cafés o los somnolientos caminos de los atardeceres…? ¿Cómo ese no ver y si ver, como ese decir y no decir, cómo ese ocultar y cómo saber que personas de gran sensibilidad no fueron conscientes de la negrura de algunas de sus ideas e ideologías y de algunas de sus actuaciones…?
Neruda y su gran epopeya-épica Canto General. Dónde se mezclan y combinan tantas ideas y tantos conceptos y tantas metáforas y tantos lenguajes. Una epopeya laica y seglar del siglo veinte. Una épica de la vida normal y rutinaria, una épica de la historia del pasado y del presente augurando el futuro… Una epopeya en el que el hombre y mujer normal de la calle, con las realidades de la calle y con las grandes ideas, se mezclan en un cocido todo lo real, todo lo imaginario, toda la historia, todo lo posible, todo lo futuro…
Modestamente, yo, que durante años, fui redactando también una épica o epopeya, en sesenta mil versos, al menos, que denominé, sencilla y simplemente: Epopeya o Epopeya Filosófica, y que tiene las mismas intenciones, narrar las realidades pequeñas internas y externas de los seres humanos, del hombre y la mujer común, cronicar algunos aspectos del interior y del exterior de los humanos, intentar hacer con palabras, algo mejor a los hombres de esta humanidad, de la que somos. Esa epopeya que rellené con frases e ideas y conceptos e imágenes y palabras. Esa epopeya que redacté, que duerme los sueños y las veladuras del olvido, esa epopeya, que envíe, gran cantidad de versos, cuarenta mil, por cientos y miles de lugares y nombres de este mundo, de Europa y América. Esta epopeya que está durmiente y dormida y durmiendo, no se sabe, si despertará…
Como sé, el enorme esfuerzo de realizar un verso, de realizar un poema, de realizar cien poemas, de realizar una épica-epopeya, como sé, cómo sé todo ello, sé que ahora ha llegado el momento, por las efemérides de cantar y contar algo de Neruda, y, unirme a cientos de voces que cantan su sinfonía de su recuerdo. El gran poeta del hombre común que aspira como Whitman a la inmortalidad de los versos de la vida normal y rutinaria y, la alabanza del hombre común…
El siglo veinte, se llenaron sus huecos de grandes epopeyas humanas, de realidades en todos los campos, también se llenaron de grandes tragedias humanas que rellenaron todos los huecos de los ojos. Creemos que fue más lo bueno que lo malo, más lo positivo que lo negativo.
Pero no pueden vivir los humanos sin poetas, no pueden vivir sin poemas… Digo a veces, los periódicos, hoy, digitales o no, como hace décadas, alguno publicaba cada día, a un poeta y unos versos de cada uno. Me pregunto hoy, hoy que Internet permite tener más espacio, no deberían seguir esa idea, un día a la semana, dos a la semana. E ir, rellenando huecos de poemas y de poetas…
Hoy, recordamos y homenajeamos la poesía de Neruda, y, nos sirve para recordar, que también los poetas tienen grandes colores y grandes grises, como todos los hombres, como usted y como yo. Quizás, el gran poema de la vida, es que cada uno, se vaya haciendo y reluciendo dentro de sí y fuera de sí, con más colores, e, ir apagando los negros y los grises de sí y en sí. Esa sea la gran escultura que tiene que formarse y conformarse con sí y en sí y consigo mismo y en sí mismo…
Quizás, el gran poema que cada uno tiene que escribir, es escribir dentro de sí, palabras y actos y deseos y hablas de colores, ir apagando lo negro en sí y que viene fuera de sí y de dentro de sí, y vayan refulgiendo los arcos iris de miles de colores.
Paz a Neruda, paz a miles, decenas de miles de poetas, que duermen sus sueños y sus versos, en los cajones de la historia. Hasta que llega un día, y, los tiempos tiran por las ventanas las herencias de cientos o miles de páginas con poemas…
https://museovirtualcuadernosdelamancha.wordpress.com © jmm caminero