Por Jesús Millán Muñoz | De los cientos de artículos que han brotado de la sensibilidad y percepción y memoria propios, siempre tocando temas esenciales, me he dicho hagamos uno pequeño y rutinario.
Estar sentado en un sillón, a la derecha el ordenador o sistema informático, delante el teclado, en un cubo de seis lados, de caras de distinto tamaño. Al lado la máquina de afeitar, objeto que sirve para rasurar la barba, motivo para caminar un poco, motivo para descansar del texto que va brotando en el momento. Un artículo sin datos, sin nombres, sin historias…
Mirar el ventilador, ahora en silencio sin dar vueltas, al lado la pizarra, con un dibujo realizado por una niña, representa una casa, con una puerta muy grande, con una ventana. Mirar y preguntarte, cómo van cambiando los tiempos, cómo ha ido cambiando tu existir y vivir. Te dices una columna periodística, que muestre la sensación del sosiego y silencio silente de la tranquilidad. Esa rutina sana y buena, normalidad sin grandes ocupaciones y preocupaciones, para que las neuronas se sosieguen.
No es unir los dos extremos de una morcilla y dentro instalar lo que se desee o quiera, y así terminar el artículo, siguiendo a Ruano o a Umbral, he dicho que no iba a citar a nadie. Pero es imposible, piensas con ojos de otros. Hoy, con la preocupación de esta Iberia-Celtiberia, siempre como solución y dolor y alegría y pena. Siempre, cada generación, aquello del maestro Antonio Machado, “españolito que naces…”.
Por cierto, en esta pequeña historia del articulismo que voy haciendo, no he encontrado ninguno de Antonio Machado, ni de otros miembros del veintisiete, ni del catorce, ni del noventa ocho, ni del cincuenta, ni de la de los ochenta, ésta última de la que yo soy, a cientos dicen que están hoy redactando textos. Generaciones de cultivadores de la cultura, tomar la tierra y el aire y las ideas, todo combinarlo como cóctel en el arado de las palabras y las imágenes, eso es el pensar.
Estar sentado en el sillón, delante el teclado, al lado la pantalla, como hoja sin papel, enfrente una pizarra con un dibujo de una niña, y, al lado un ventilador detenido sin funcionar, porque hoy el calor se ha suavizado. En el silencio de los pensamientos, a medias silenciados, en la ventana el ruido de vehículos. Hoy, con más silencio, al ser día de descanso, se mueven menos las ruedas por las vías de la postromanidad, al final, solo somos una civilización postromana…
Ya, mirando el ventilador y mirando la pizarra, ya vamos a llegar a las cinco mil piezas de textos artículos. Cuándo se le ponga número a éste, suponemos que ya habrá pasado ese Rubicón de palabras. Llamo a puertas para si una ventana se abre de un medio-periódico nacional, para rellenar contextos y textos de sonidos e imágenes y símbolos y palabras e ideas y metáforas. Porque eso es lo que hacemos… Hoy he enviado cartas electrónicas, a unos cincuenta personas de unos cincuenta medios, ¿pero contestará alguna? Un día, pregunto, podrían darnos el servicio de saber, a cuántos correos has enviado y a cuántas direcciones –alguien tendría que averiguar, a cuántas miles, decenas de miles este emisor habrá enviado sus pájaros y aves de búsqueda…-.
Hoy, otras muchas manos y cabezas-neuronas y brazos estarán rellenando sus artículos. No sé cuántos habrá en nuestro terruño de la Piel de Toro, esos que al menos, hagan una pieza-cabra-avestruz, un texto articulístico, uno al mes. Cuántas personas-sintientes-sentientes-silientes existirán, en nuestro redil-foso, quizás tres mil, quizás cuatro mil. Si dicen existen mil periódicos y webs, que permiten artículos de opinión. Que halla de media, cinco por cada uno… entonces una cifra entre tres mil y cinco mil… cinco mil kilos de cerebro y de sensibilidad y de brazos… aquí me digo a mi mismo. Hoy, hagamos una columna periodística distinta. No le estoy tomando el pelo, ni le meso la barba. Le estoy intentando enseñar, que se fije usted en lo pequeño…
Frente o al lado, a dos metros y algo, una pizarra con un dibujo infantil de una casa, diríamos el frente de la casa, y, un ventilador que está apagado y en silencio porque hoy, todavía la masa de calor del desierto no ha llegado.
Hoy, parece que va a descansar la lucha vencedora del calor sobre el frío y se quedará en medio. Millones de voces y labios y piernas están en las playas, eso dicen los noticieros. Y, tú, aquí estás rellenando ochocientas palabras, como ochocientas hormigas, símbolos, metáforas, espejos… para enseñar, si alguien termina leyendo este regimiento de líneas, unas cincuenta. Enseñarle a otros ojos, que se fije en las cosas pequeñas. Ese es el tema y tesis de este artículo, puede ser una cuchara encima de la mesa, o un espejo de color verde, o quizás, diez fotos familiares…
Aquí, aquí frente o al lado de un ventilador que está en silencio, sin dar vueltas como molinos de Quijotes, y, una pizarra con un dibujo de una niña, que representa una casa… un pequeño Chauvet-Altamira-Lascaux en una habitación de seis lados, como un cubo alargado. Paz y bien.
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