Un artículo periodístico de opinión es un artilugio que los humanos se han inventado o descubierto o diseñado para ser conscientes de partes del mundo. Del mundo interior y exterior. Del mundo individual y colectivo. De todos los entes sociales y del Estado. De todas las ideas culturales y de todos los saberes…
No es más, que un artilugio semejante a un sermón en un púlpito, una arenga en un desfile, una conferencia de una universidad pero más pequeña, un trozo de un mitin político con aplausos o sin ellos, un diálogo entre amigos o semiamigos alrededor de un café. No es más que eso. Y, como es eso, te permiten, al menos de momento, que hables de lo que quieras. Después, los lectores, te leerán lo que quieran o como quieran –además ahora se mide, cuántas personas lo hacen, cuánto tiempo están con cada artículo, y desde que lugar del mundo-.
Ofreces un producto de diversidad de temas, para que alguien, esperando en la sala de un hospital o sentado en el metro, por unos cinco minutos o tres, entienda y comprenda, que existen más cosas en su mundo y en el mundo, que sus ocupaciones y preocupaciones diarias o semanales o mensuales o anuales. Es, diríamos, decirle a usted, y a mí, que existen otros temas. Alguien abres el móvil, llegas a un artículo y te habla de la propaganda política, otro de un cartel publicitario, aquel de unas piernas dobladas de una señora de mediana edad, otro te habla de ideas, quizás de la playa, y, mil temas…
Las columnas periodísticas son como ensaladas, que pueden tener de todo y en distintas proporciones. Y, cada persona, nos enseña algo de lo que somos y en lo que no somos, lo que estamos y en lo que no estamos. Es diríamos, una mezcla o media, entre un poema y un trozo de ensayo académico. Algo en la mitad de esos dos mundos…
Hoy, los humanos pueden informarse y documentarse de mil modos. Por eso, los periódicos en papel y digitales están en crisis. Cada persona tiene un tiempo para informarse cada día, y, cada uno lo hace como quiere y como puede, unos con la radio, otros con el móvil, aquel con alguna red social, usted con un periódico en papel o digital, aquella mujer, con el telediario, y, quizás su vecina, con las habladurías de toda la calle… Cada uno se informa del resto de cosas, que le afectan pero desde lejos, como quieren. Otra cosa, es lo que les afecta a cada uno…
Pero es cierto, desde mi rincón, utilizando varios modelos y formas y metodologías y saberes he querido entender y comprender mi mundo interior y el mundo exterior. Eso es lo que he hecho en todo mi existir y en toda mi existencia. Eso y en esto he estado y he sido toda la vida.
Ahora, ya estoy en la jubilación, en la tercera edad, me guste o no. Muchos a esta edad, van al peluquero de nuevos diseños, y, se forran con los pantalones más modernos, y si, pueden buscan nuevos acompañantes/as, y creen y se creen que tienen tres décadas, cuando ya rozan las seis y…, sí, seis y algo más. Pero no es mi caso, sé que no tengo treinta años, ni deseo tenerlos… –porque hay que dejar pasos a otros, que jueguen sus vidas, con sus alegrías y sus dados y sus penas y sus cartas…-.
Creo que el deber y derecho de todo ser humano, al menos a una determinada edad, aunque desde fuera no se note demasiado, aunque no haga alardes de ello, todo ser humano a partir de una edad, quizás siempre, tiene que prepararse, a que su existencia en este mundo, va hacia el final. Que no sabe, si le quedan un año o diez o treinta, pero que ya está en el final del viaje y de la maratón de y en este mundo. Y, que debe preparar su alma y su conciencia al viaje y al beso de Dios. Si existe Dios, mejor, si no existe, no habrá perdido nada, porque se haya preparado para comprar el último boleto para este tren…
Con el articulismo afrontamos multitud de temas. Quizás, sea el último género del último viaje pesonal. Con el columnismo intentamos comprender y entender el pasado y el presente, y prever algo del futuro. Con el columnismo, al menos, esta modesta pluma, intenta expresar verdades y veracidades y bondades y bienes y bellezas. En la medida de lo posible.
Ahora, ha surgido otra realidad, se llaman programas de Inteligencia Artificial, con esos modos e instrumentos, también terminarán, -ya hacen-, redactando artículos. Con lo cual, puede que en un periódico existan firmas de seres humanos biológicos, y, otras de seres informáticos. Tendrá usted dos posibilidades de leer… y de pensar y de comprender y de entender el mundo…
Pero puede que usted, piense, hoy leeré todas las noticias, utilizando el sistema de inteligencia artificial que llevará inserta mi móvil o mi ordenador. Y, este sistema me ofrecerá, una serie de temas, le preguntaré, que redacte artículos y noticias, y, entonces, cada uno se hará su periódico a la carta, su combinación de noticias y sucesos e interpretaciones y artículos a la carta. Entonces, cada persona tendrá su periódico, que lo habrá hecho él o ella, de camino al trabajo en el trayecto del metro que tarda una hora… Cada uno con su periódico original y propio… ¡…! ¿…?
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