Se podrían citar personas que no entran en el sistema social, o personas que han tenido un lugar en la sociedad de la producción y de las medallas y de los trajes y de la normalidad, pero que por unas razones y por otras, han perdido el norte psicológico, o el norte moral, o el norte económico y se encuentran digamos en la calle…
No sé si hoy el pícaro, sea la persona que está en la calle, que no hace daño o mal a nadie, que a lo sumo vive o malvive de una pensión mínima, que no dispone de un techo solo las estrellas y la luna y el sol y el frío, que se refugia en algún lugar, y, que le van quedando menos sitios o lugares para pedir, porque todo se está industrializando, dicen, que por organizaciones de diverso tipo.
Ya sé, desde el Lazarillo de Tormes y pasando por otras figuras, que el pícaro tiene muchas connotaciones literarias, a veces, he pensado, si vocaciones o pendientes de ser pícaros, antes de serlo, se embarcaron hacia América, en el caso español, hacia otros lugares, en otras zonas del mundo, y, ese fue su último esfuerzo para no terminar sus huesos y sus carnes en esa categoría…
El pícaro en nuestra sociedad, no tiene connotaciones totalmente negativas, quizás, porque estamos dentro de la órbita católica, no estamos situados en las éticas luteranas, calvinistas, por eso de la “justificación de y ante la salvación y ante Dios” –concepto que ahora no puedo explicar-. Aquí, el pícaro merece una pequeña o mediana conmiseración, siempre que no delinca, no vaya en contra de la ley jurídica, ni vaya claramente, contra la ley moral. Durante siglos, se han instalado en las puertas de las iglesias…
Hasta en el seno del catolicismo, existe una figura, un santo canonizado que iba de santuario religioso a santuario religioso, y, en el camino iba pidiendo, terminó sus huesos en Roma, y, en Roma fue canonizado, san Benito José Labre. Suponemos que otras confesiones religiosas cristianas no católicas, no entraría en este marco, como aquellos ascetas del imperio romano o tardío imperio romano, que se subían a una columna, estilitas se le denominaba, y, existen varios…
Hay tantas razones y causas y motivos, racionales o no, por los que las personas llegan al límite de sus condiciones y circunstancias, por motivos de personalidad, de economía, de cultura, afectivos-emocionales, de pérdida de trabajo, de insertarse ellos en algún vicio moral, o psicomoral, de coyunturas, de mala suerte, de juntarse varios tipos de factores y de vectores, por mil razones, que solo cada corazón humano conocerá en parte, que solo el Ser Eterno entenderá y conocerá e intentará resolver en su providencia…
Quizás, el gran armamento para defenderse de las posibilidades de esta realidad social, es que las personas reciban la mayor y mejor educación posible, que lleven una ética y moral correcta, que tengan buenas costumbres, que en buenos tiempos sean capaces de vivir modesta y racionalmente, y, en malos soportar los terremotos de la vida, que a todos llegan. Y, que esperen también en el Buen Dios. Esperando que las condiciones sociales e históricas de su sociedad no se deterioren gravemente, y, que no caigan en crisis sociales internas, de algún tipo, o conflictos con el exterior de sus organizaciones sociopolíticas…
Dice el Evangelio, “que los pobres siempre estarán con vosotros”, no sé, nunca he sabido como hay que interpretar esa frase o enunciado, no sé si es algo que se unió a la materia o texto del Evangelio, pero que no provine esencialmente del Nazareno. No sé, si nos está explicando que siempre existirán personas que estén en la escala social más abajo, aunque en general se haya ascendido, no sé si es una invitación que seamos conscientes de que la pobreza existe, igual que existe la muerte, la enfermedad y, multitud de otras causas y variables y realidades negativas para el ser humano…
En estos dos últimos siglos, la humanidad ha hecho un esfuerzo enorme, a todos los niveles, sociales, culturales, ideológicos, filosóficos, científicos, tecnológicos, culturales para aumentar los niveles de bienestar a y en todos los sentidos. Para que más millones de personas, más tanto por ciento de personas puedan vivir en dignidad y honestidad, unos con más bienes, bienes de todo tipo, y, otros con menos… y, se ha hecho un esfuerzo tan grande, que quizás no seamos conscientes de ello. Es fácil, miren como van vestidas las mujeres normales en Occidente, y se darán cuenta, la diferencia de cómo iban sus abuelas o bisabuelas hace cien años…
Pero salimos a la calle, y, por unas razones o por otras, siempre hay personas, que están de pie o sentados o de rodillas, sentados en los bordes del misterio de las aceras, en los aledaños del misterio de las iglesias, en las puertas de las grutas de los misterios de los supermercados… ¡Los nuevos Lazarillos de Tormes…!
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