De todos los cientos de factores y vectores y variables y constantes que han cambiado o no, pongamos por tiempo, en la edad contemporánea, pongamos por caso, en ese vaivén entre la Revolución Francesa y la etapa de Napoleón hasta ahora, se han estudiado los cientos de realidades que han cambiado. Pero nos fijamos menos en las realidades éticas y morales que han cambiado y variado y modificado y evolucionado…
Dicho de otro modo, hay que preguntarse si el concepto del mal moral y del bien moral, tanto a nivel individual o colectivo si se ha cambiado o transformado o variado, o, si el concepto de error moral o acierto moral también, si el concepto de “pecado” moral y religioso ha cambiado o no ha cambiado.
Cambiar no solo en las entidades colectivas, socioculturales o socioideológicas o sociofilosóficas o socioreligiosas, sino en la percepción de los humanos. Se suele indicar que hasta unas generaciones, en todos los pueblos y ciudades, los edificios más altos de los lugares, vistos desde miles de metros eran las torres de las iglesias, desde hace un tiempo, los rascacielos con función de habitabilidad o de negocios son las construcciones más altas de casi todas las ciudades y pueblos, quizás no tanto, todavía, no tanto de las aldeas…
Nadie niega que las concepciones de bien y mal moral, tanto el racional o filosófico, pongámoslo por nombres, como el sociológico y antropológico y psicológico, pero también el religioso, denominado pecado, ha ido cambiando y se ha ido transformando, debido a multitud de factores y vectores, entre otros el aumento de las democracias, el aumento de la población, el aumento de la tolerancia, el aumento de los derechos humanos, el aumento de la libertad en multitud de sentidos y ámbitos, el aumento de teorías y concepciones filosóficas que han puesto en crisis los fundamentos de la civilización occidental en estos dos siglos, el aumento de los ateismos y agnosticismos, no solo religiosos sino de todo tipo, el aumento del saber tecnocientífico en multitud de aspectos, aumento de la autonomía personal económica, y, decenas de otros factores…
Ahora, existen grupos y colectivos y personas que se preguntan el cambio moral y ético y religioso-moral tiene fin o como en todo el resto de vectores irá modificándose, aquello que se suele indicar: los abuelos llegaron hasta los diez metros de distancia de libertad, los padres hasta los quince, los hijos hasta los veinte, y, los nietos posiblemente arribarán hasta los veinticinco. Cada generación aumenta en saber, y en posibilidades de todo, incluso, en la ampliación del globo del bien y del mal moral. O, incluso cambiarlo o modificarlo, fijarse más en algunas líneas y horizontes, y dejar con y en más libertad otros…
Si volvemos a leer y releer el artículo de Concha Espina, la primera mujer española que estuvo a punto de obtener el Nóbel, y dicen, que por un voto no lo consiguió –no sé si no se le impusieron esos laureles, por ser mujer o por se española o por ambas cosas-, y, la primera mujer española que estuvo por dos veces a punto de entrar con un sillón y en un sillón y en una letra de un sillón en la Real Academia Española, y, que tampoco le abrieron las puertas. Y, una novelista, cuentista, y, articulista, que cada vez, por las sucesivas generaciones de interpretadores, y, de gustos de los pueblos y sociedades, y, porque apenas hacen adaptaciones al cine y a la televisión, pues se va olvidando.
Pues, Concha Espina, que su nombre real no vamos a relatar aquí, y, que no está claro su año de nacimiento, produjo y publicó y le publicaron un artículo titulado: Crónica inmoral, que vio la luz a otros ojos, en el periódico La Vanguardia, el 21 de enero de 1925, ya casi un siglo, y nos plantea, en su tiempo, a qué cosa se llamaban inmorales, porque por lo general se utilizaba el concepto y palabra pecado y pecador –si es que he entendido bien-, aunque yo creo que se utilizaba más el concepto de vicio y vicioso, y, más el de virtud y virtuoso –que ahora están casi olvidados-, porque decirle a alguien, aún más escribirlo, que alguien es un vicioso en algo, es quizás que te lleve a los tribunales de justicia, y, ser lapidado con palabras en los medios de comunicación, ahora se utiliza el de corrupto o corrupción, pero solo aplicable a los dineros y a las influencias endogámicas –pero esto es otro cantar…, pero que es siempre el mismo, el problema del bien y del mal moral…-.
Vivimos y existimos actualmente en tiempos revueltos en nuestra península Ibérica, tenemos cuestiones tan graves como la modificación esencial del Estado. Y, por tanto, además de la crisis económica, además de crisis antropológica o psicológica social, podríamos denominar, y, también crisis moral. Creo y estimamos muchos que nuestra sociedad está en una enorme crisis moral y crisis religiosa, y, que ese es el fundamento de otras crisis que cabalgan sobre estas dos: incluso la crisis económica y política y social tiene una de sus raíces en la crisis ética y moral y religiosa que estamos sufriendo…
Me pregunto, me surge desde el interior y el inconsciente, a semejanza que se hacen baremos y vectores y parámetros económicos de todos los sectores sociales y económicos, a nivel nacional y a nivel regional. Me pregunto, si por regiones existen más tanto por ciento de personas más morales o menos morales según regiones o provincias o localidades, u, otra pregunta más profunda y más esencial:
¿Imaginemos que existe Dios, imaginemos que tenemos alma inmortal, imaginemos que existe Juicio Particular, imaginemos que existe Cielo y No-Cielo, me pregunto, habrá más personas en proporción y en cantidad que se salven eternamente en el Lado Bueno de la eternidad de una región que de otras, en estos tiempos…? ¡Porque la moralidad, la verdadera moralidad y la verdadera salvación eterna son dos conjuntos de parámetros que van interrelacionados…! ¡La moralidad como billete a la salvación eterna es el gran problema moral del hombre, pero de esto hablaremos en otra ocasión, o quién sabe, si lo haremos…!
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