A las personas obesas, niños o adolescentes o adultos, en cierto grado, se les invisibiliza, margina, y, por tanto, tienen menos oportunidades sociales reales que otras personas no obesas.
No negamos en ningún momento, que la obesidad sea un factor de detonante de otras enfermedades, algunos tipos de problemas cardiológicos, algunas variedades de diabetes, etc. Por tanto, en ningún momento, estamos planteando que esas personas obesas, sobrepeso, sean del grado uno o dos, o del estadio en el que se sitúen, no deban intentar con ayuda médica ortodoxa y especializada, endocrinos, médicos académicos en las especialidades que correspondan a un tratamiento, según el grado y la situación personal de cada uno o una.
Quedando claro, que no minimizo la importancia, para la salud de un grado de sobrepeso o de obesidad, al menos potencial, también, estamos aquí planteándonos, si en cierto grado, ciertamente dependiendo de los núcleos familiares, sociales, territoriales, culturales, a las personas con sobrepeso u obesidad de alguna forma se les silencia, margina, o, y tiene menos posibilidades reales, a la hora de la ascensión social, laboral, profesional, afectiva y sentimental. Es decir, se le ponen más pegas, se le cierran puertas, se fijan las demás personas demasiado en sus grasas y carnes, y no se perciben otros factores, incluso dentro de la belleza-estética, digamos la belleza del rostro, el resto de sus valores, que pueden ser docenas y docenas, que pueden estar incluso por encima de la media.
Puede que estas personas, que están en sobrepeso o en algún grado de obesidad, ciertamente, con racionalidad y prudencia y el saber ortodoxo biomédico y psicomédico, deben intentar reducir su masa corporal, su índice de masa corporal, etc. No negamos ese hecho y ese dato, siempre realizado como hemos indicado, repito y reitero, con la ortodoxia médica y con facultativos médicos académicos, con titulaciones oficiales…
La cuestión es si se ha supervalorado la belleza-estética del cuerpo en la sociedad y sociedades occidentales, hasta grados que rozan la exageración, y, sufrimos un cierto grado de síndrome patológico. En todos los niveles sociales, como hemos indicado, incluso a la hora, de encontrar ropa y vestido esas personas, digamos, hasta que vayan encontrando un equilibrio, a veces, más dificultades en encontrar amigos y amigas, de tener una red social mínima, especialmente, en momentos de adolescencia, en otros, con el sufrimiento que se supone, las dificultades mayores en los noviazgos, etc. Y, todas las consecuencias en cascada que puede traer en multitud de realidades, casuística…
Puede que ustedes, no hayan vivido en épocas, en las que las personas con alguna diferencia biológica o psicológica, eran silenciadas y marginadas y ninguneadas, en cierta medida, desde los distintos ambientes. No voy a poner aquí, los tipos y los casos, por respeto a esas personas, ya muchas de ellas adultas. En cierto grado, la sociedad, ha superado esa realidad, alguien digamos con una diferencia biológica o psicológica, en general, no se les silencia-margina tanto como en el pasado o nada. O, al menos en muchos casos. Pero ahora, tenemos dos frentes de batalla, una que todavía quedan algunos tipos de esos silencios-ninguneos-marginaciones-vulnerabilidades, en mayor o menor grado. Pero, diríamos que entre todas las históricas, se ha añadido la de la obesidad-gordura.
Se ha exagerado la delgadez hasta niveles, que rozan lo patológico. No sé, si esto ha sucedido, por la concatenación de multitud de factores-variables de la realidad social, o, y, además de esos elementos, intervienen, otras realidades, quizás, no demasiado claras, más obscuras. Dejo aquí, diríamos esta línea de investigación. Invito, de pasada, sugiero a las ciencias sociales, cada una, con su metodología, cómo pueden afectar a personas, que tengan un grado de obesidad o de gordura, como les puede afectar, diríamos, ese silencio o esa diferencia para su desarrollo psicológico, social, laboral, afectivo, sentimental, familiar de creación propio de sus familias, para sus hijos, etc.
Hemos centrado enormemente, el problema de la injusticia social, económica, laboral, y todas esas variedades posibles y reales. Pero nos hemos fijado poco, no lo suficiente, en las injusticias que se originan en el volcán-terremoto de la vida social, de la diversidad de entornos sociales, por llevar en su rostro, una diferencia, por ejemplo, la cantidad del índice de masa corporal.
Bien haría la sociedad, ya que tanto hablamos de derechos humanos, de la dignidad de la persona, y todos esos grandes faros-focos que nos ha hecho grandes y, más personas, aplicarlos también, a las personas que tienen sobrepeso u obesidad. Sin dejar de decirles, que tienen que remediar dicha cuestión, con la medicina ortodoxa. También, no negarles el pan y la sal de ningún derecho en el mundo práctico.
Dejemos de ser tan hipócritas, y, aunque la obesidad pueda ser potencialmente, un problema médico desencadenante para otras patologías, no podemos olvidar, que esas personas, pueden estar sobre la media, por encima de la media, en otros valores y capacidades y desarrollos y potencialidades, tanto laborales como afectivas, tanto de belleza moral, belleza psicológica, etc.
Dejemos de ser tan hipócritas, y analicemos-critiquemos, otras epidemias, que son aún peores, en la sociedad, como la lujuria, la vanidad, la soberbia, la avaricia, la envidia, la gula, la ira-cólera, etc. Y, esas, pocas personas son conscientes del grado de consecuencias negativas sobre la sociedad, sobre las personas que las padecen, y los que tienen que soportar las desvirtudes-vicios de esas personas…