Noticias Tenerife Diez buenas razones (y ventajas) para elegir un crucero fluvial

Diez buenas razones (y ventajas) para elegir un crucero fluvial

Una forma selecta y cómoda de navegar disfrutando de los grandes ríos.

Enrique Sancho

Los españoles han llegado un poco tarde al mundo de los cruceros, pero están ganado tiempo a pasos agigantados. Los puertos del litoral español siempre han tenido gran atractivo para los cruceristas, de los 25 millones de personas que han hecho un crucero en 2017, nueve tocaron algún puerto español. Se estima que el número de aficionados a los cruceros ha aumentado un 60% en los últimos 10 años. España cuenta con medio millón de cruceristas, pero la cifra aumenta cada año.

Naturalmente, estos números corresponden en su mayor parte a cruceros marítimos, que son los que trasportan miles de pasajeros en cada barco. Pero frente a este turismo naval un tanto masivo, cada vez gana más terreno y más adeptos los cruceros fluviales, una forma más selecta y tranquila de navegar sobre el agua, aunque en la mayoría de los casos sea en los grandes ríos. Aquí indicamos diez razones y ventajas, de los cruceros fluviales frente a los marítimos.

Variedad de recorridos
Las propuestas de cruceros fluviales se concentrar sobre todo en Europa. Los grandes ríos como el Sena, el Danubio, el Rin, o el Volga son los grandes protagonistas, pero también otros como el Duero, el Guadiana, el Guadalquivir, el Ródano, el Saona, el Garona, el Elba, el Loira, el Oder, el Po… y algunos de los canales franceses en barcos más pequeños. Pero también hay propuestas más originales en ríos de otros continentes, como el Mekong en Vietnam o el Zambeze, el Chobe y el lago Kariba en Zimbabue. Como los barcos fluviales tienen poco calado, son también aptos para travesías bordeando las costas. Así, es muy popular el recorrido por las islas y costas de Croacia y Montenegro o el que recorre la Costa Amalfitana y navega de Nápoles a Sicilia.

Todo son facilidades
Un crucero fluvial es el más cómodo y despreocupado medio de conocer otros países, otras formas de vivir. El hecho de recorrer Europa admirando ricas culturas, que se fueron originando al calor de las cuencas de sus ríos, es una experiencia tan atractiva como inolvidable. A bordo todo son facilidades. Se trata de unas verdaderas vacaciones a su aire deleitándose con el paisaje, charlando con los amigos y descansando. No hay que hacer y deshacer maletas cada día y, prácticamente, no hay límite de equipaje. No hay que angustiarse para encontrar mesa en un restaurante, ni buscar transporte para ir más rápido o llegar a tiempo, no hay que estar pendiente de la seguridad. Tiene todo lo bueno de un viaje organizado, pero deja libertad al viajero para que programe su tiempo.

Cómodos puertos de salida
La mayoría de los cruceros marítimos parten de grandes ciudades europeas: París, Oporto, Ámsterdam, Moscú, Budapest, Estrasburgo… Todas esas ciudades tienen buenas conexiones aéreas con ciudades española, en muchos casos con vuelos de bajo coste, por lo que resulta cómodo y barato llegar hasta ellas y, si uno quiere, puede prolongar el viaje con estancias en ellas antes o después del crucero.

Sin masificación
Los barcos que navegan por los grandes ríos apenas llevan unos 200 pasajeros, mientras que algunos de los grandes marítimos superan los 4.000 y casi otros tantos de tripulación. Hay una atmósfera más familiar, lo que permite mejor comunicación y convivencia con el resto del pasaje. En los cruceros fluviales es fácil intimar con el resto de los compañeros de viaje, conocerse, intercambiar vivencia, participar en las distintas actividades a bordo. Aunque naturalmente cada uno elige lo que prefiera: leer en cubierta, formar parte de equipos de petanca, hacer gimnasia en grupo…

No es fácil marearse
Los barcos que navegan por los ríos tienen poco calado y poca altura y son muy estables, ya que en los ríos, por grandes que sean, pocas veces hay movimiento en el agua. Por eso es muy difícil llegar a marearse. En los cruceros marítimos y aunque los navíos llevan buenos estabilizadores, se está a expensas del mar, que puede ser muy cambiante.

Amenas travesías
El mar es maravilloso, relajante, estimulante, cambiante… pero puede resultar monótono y aburrido. Por eso las compañías suelen programar decenas de actividades a bordo. Los recorridos por los ríos son siempre amenos. Se descubren pequeños pueblitos en las orillas, viñedos, castillos, monasterios y abadías… El propio tráfico del río ya es una distracción y el paso de las exclusas una experiencia interesante. A bordo hay pequeñas distracciones: juegos en cubierta o en el salón modestas actuaciones y música todas las noches, charlas sobre los destinos, clases de artesanía o manualidades…

Cabinas exteriores
Los barcos fluviales apenas superan los doce metros de manga (y algo más de 100 de eslora), lo que apenas permite camarotes a los lados y un pasillo en el centro. Por eso todas las cabinas son exteriores, con amplios ventanales en la mayoría de los casos. No tienes terrazas ni balcones, como en muchos marítimos –donde también hay muchas cabinas interiores– pero sí todo lo imprescindible para que el viaje sea cómodo: camas, armarios, aseos con ducha, climatización… Para el poco tiempo que se suele estar en el camarote, más que suficiente.

Comidas servidas en la mesa
La mayor parte de las comidas que se hacen en los grandes barcos marítimos suelen ser de buffet, única forma de atender a tanta gente. Y los buffet tienen ventajas, pero también inconvenientes. En los cruceros fluviales las comidas y cenas son siempre en mesa y servidas por camareros, aunque los desayunos suelen ser buffet para adaptarse al horario que más convenga a cada uno. No hay tanto para elegir pero la presentación y la calidad es mejor. En algunos casos, como la compañía CroisiEurope se incluyen los vinos, cervezas, refrescos, cafés… En muchos de sus cruceros también se sirven sin recargo todo tipo de bebidas durante todo el día.

Escalas en las ciudades
La mayor parte de las escalas que se hacen en un crucero fluvial son en el centro de las ciudades que se atraviesan o en lugares destacados del camino: abadías, fortalezas, ciudades más pequeñas… Además el embarque y desembarque es muy rápido sin trámites de pasaportes, colas para coger los autobuses, etc. Por eso no es necesario, en muchos casos, contratar excursiones ni perder tiempo en desplazamientos. En muchos cruceros marítimos el puerto está alejado de la ciudad y a veces es necesario varias horas, entre ida y vuelta para llegar al centro de la ciudad. Por ejemplo Civitavecchia a Roma; Livorno a Florencia o Pisa; El Pireo a Atenas…

Mucho donde elegir
Las opciones para elegir el crucero que más se acomode a los gustos y presupuesto de cada uno son muy amplias. En España operan una docena de compañías. Entre las más destacadas están CroisiEuropeque es la mayor compañía de cruceros fluviales de Europa con casi 40 barcos. Entre sus salidas hay algunas específicas para españoles y en la mayoría de ellas hay atención en español con un mínimo de 40 pasajeros; Politours River Cruises lleva 16 años apostando por los cruceros fluviales solo para españoles; Panavisión Fluviales es otra compañía española que además representa en España a la compañía A Rosa, barcos de lujo con excelentes prestaciones, buena gastronomía y servicio a bordo; Crucemundo incluye cruceros un tanto insólitos por el Ganges en la India y el Irrawaddy en Birmania.

Una buena solución para encontrar el crucero más adecuado es acudir a especialistas, como miCruceroFluvial que tienen más de 12 años de experiencia y que, además de ofrecer la mayor variedad en cruceros, pueden ocuparse de hacer las reservas de vuelos, traslados, hoteles, seguros… y todo lo necesario para completar el viaje.

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