Desde que el maldito virus entró en nuestras vidas poniendo todo patas arriba hemos estado librando una batalla día a día con un contrincante que no nos lo ha puesto nada fácil.
Cada mañana nos despertamos con nuevos fallecimientos y buscamos en la prensa la incidencia acumulada de los últimos 14 días para comprobar si vamos ganando o perdiendo esta dura contienda, la más dura desde que asistimos a tiempos de democracia. Hemos tenido que activar mecanismos de excepcionalidad como el confinamiento, el toque de queda y los cierres perimetrales que nuestros abuelos jamás pensaron que tendrían que revivir.
Como en todas las cruzadas hay héroes y villanos. Los primeros, sin duda, encuentran su representación en nuestros sanitarios que han dado una lección a la sociedad de entereza, esfuerzo, constancia y sobre todo, de un infinito amor por su labor, algo que sólo puede provenir de una arraigada vocación. Los segundos, afortunadamente son sólo unos pocos que, armados de insensatez y de unas ansias desbocadas de jolgorio dieron muestras del más puro egoísmo del ser humano al salir a la calle en tropel cual manada de animales en estampida que huye del temible depredador, sin caer en la cuenta de que ellos son los que con este tipo de actos se convierten en su propia presa, poniendo su vida y la de los demás en riesgo.
En Canarias parece que hasta ahora ha primado la prudencia y por ello, no hemos tenido que asistir atónitos a las imágenes lamentables que nos llegaban el pasado fin de semana desde otras comunidades. No obstante, como dice el dicho que más vale prevenir que curar, el Gobierno regional ha desplegado un dispositivo especial de vigilancia en este primer fin de semana sin toque de queda. Los restaurantes y bares tendrán más tiempo para atender a sus comensales en el turno de cena, quienes podrán compartir mesa con un total de seis personas. Son medidas que resultan coherentes con la situación actual, pues no podemos olvidar que a pesar de que el estado de alarma ha decaído, no lo ha hecho la pandemia, por lo que toca seguir siendo responsables en el cumplimiento de las medidas sanitarias.
Desde que finalizó esta medida excepcional, el pasado 9 de mayo, las comunidades autónomas nos hemos quedado bailando en el limbo jurídico. Es cierto que el Estado tuvo mucho tiempo para hacer la tarea y prever un plan de actuación claro en la búsqueda de un amparo jurídico a las regiones. Podía haber postergado al menos tres meses más el estado de alarma o modificar la ley orgánica de la salud para dar respuesta a las necesidades que nos deja la pandemia ante la excepcionalidad de la situación.
Desde Canarias no nos hemos dado por vencidos y hemos cursado todos los recursos a nuestro alcance para que el Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) respaldara el toque de queda y el cierre perimetral, topándonos de lleno con su negativa, lo que nos ha obligado a recurrir al Tribunal Supremo para buscar el apoyo jurídico, pero me temo que su pronunciación también será contraria a los intereses de las Islas por salvaguardar la salud de todos los canarios.
Pero ahora de poco sirve mirar atrás y sumirse en lamentaciones, lo que corresponde es continuar nuestra lucha incansable para vencer, de una vez por todas, a la Covid-19, y ello pasa por la vacunación. Estos días hemos visto que el Gobierno canario ha dado un importante empujón al ritmo de las vacunaciones, a través de llamamientos masivos a grupos de mediana edad, lo que conduce a un horizonte esperanzador en el que figura como previsión que más del 50% de la población esté vacunada a finales del próximo mes de junio. Es todo un reto pero disponemos de los recursos necesarios para alcanzar este objetivo. No bajemos la guardia, sigamos cumpliendo con las medidas sanitarias que sólo pretenden velar por nuestra salud y la de nuestros familiares y amigos. La fiesta puede y debe esperar.
Por: Casimiro Curbelo – Presidente del Cabildo de La Gomera y portavoz de ASG en el Parlamento de Canarias.