Quiero expresar mi más absoluto malestar e indignación con un hecho grave y continuado en el tiempo que está sucediendo en mi querida Isla de La Gomera, donde la Consejería de Medioambiente del Cabildo colombino y el Seprona han hecho caso omiso y reiterado de sus funciones ante las reclamaciones de los vecinos afectados.
Últimamente parece que funcionan más las denuncias públicas hechas en las redes sociales y los artículos de opinión como éste, publicados en medios no comprados, que las realizadas por las vías legales habilitadas para el ciudadano, y esto no debería de suceder, ya que las administraciones y fuerzas del orden público deberían de existir para proteger a los habitantes, asegurar los derechos de los vecinos, mantener el orden y garantizar que se cumplan las obligaciones, normas y leyes.
Asimismo, se intuye que en el Cabildo de La Gomera hacen más caso y fluyen otro tipo de instancias no oficiosas, chivatazos, denuncias de patio de colegio, y no lo verdaderamente importante que afecta de forma directa al vecino. Parece que de forma velada lo que sigue funcionando en La Gomera son los correveidiles y alcahuetes adulones que se venden por un puñadito de votos.
Sin embargo, el problema no es del mísero que se vende por 20 votos, sino de la persona que los va comprando aquí y allá. También el problema es del que comete la grave infracción o el consiguiente flagrante delito de tener un numeroso ganado suelto destrozando propiedades ajenas por doquier y goza de la connivencia del que compra los votos, políticos anclados en el poder por los siglos de los siglos amén y administraciones competentes en este tema que conviven y conviven conscientemente con la situación delictiva.
Cuando se junta el hambre con las ganas de comer, estas son las cositas que ocurren en nuestra amada islita de La Gomera, y son los vecinos los que sufren de forma reiterada y despiadada este abuso. Son los vecinos de Erquito, y todos los terrenos circundantes que van desde San Lorenzo, Las Vegas de Allá Afuera, Los Japules, El Drago y zonas pertenecientes al municipio de Vallehermoso.
No quiero pensar que hay vecinos de primera y de segunda clase, además de que estos abandonados vecinos también aportan sus votos cada 4 años.
El vecino de primera clase, propietario de este gran rebaño de cabras, que más que rebaño parece un batallón de mercenarios con sed de sangre y destrucción pertenecientes al ejército de Atila y los Hunos, que según cuenta la leyenda, “por donde pasaban no crecía la hierba”. El líder del “cruel” batallón deja campar a su ganado libremente a sus anchas sin control alguno. Sin supervisión y dejadas a su suerte, las pobrecitas , perturbaditas y alienadas cabras se encuentran totalmente asalvajadas destruyendo y comiendo sin compasión todo lo que encuentran a su paso: casas, caminos, huertas, árboles frutales, cercas y otros pequeños animales.
Lo más indignante de todo es que el propietario de estos infelices animalitos de Dios que cabalgan sin tino, sin orden ni concierto, tiene la concesión de explotación agraria de forma totalmente legal, y además recibe ayudas y todas las subvenciones posibles para cometer este delito, así que es un triple delito apoyado por todas las instituciones implicadas en el asunto y que tenían que hacer algo muy urgente y tajante al respecto desde hace mucho tiempo atrás. A todo esto se le suma la tristeza, frustración y abandono que sienten amargamente los vecinos que ven como su vida, posesiones y bienestar se deterioran con el paso de los días, de los meses y de los años.
Las cabritas de este señor merecen una vida mejor y ser pastoreadas y cuidadas dignamente por personas competentes que cumplan los decretos habilitados por el Gobierno de Canarias para esta actividad. Esta propiedad ganadera obtiene cuantiosas ayudas para alimentar con pasto de calidad a su ganado en las zonas delimitadas para ello. Se desconoce para que otros fines o “lujos” utiliza el propietario los recursos económicos que recibe, pero los vecinos intuyen que es para todo menos para alimentar a los destructores animalitos.
“Cuando se junta el hambre con las ganas de comer, estas son las cositas que ocurren en La Gomera”.
To be continued…(si nos dejan y no nos hacen caso).
Por: Carlos Magdalena Medina – Gomero de nacimiento, corazón y convicción y propietario de casa y terrenos en Erquito.