Hace sesenta años aproximadamente nos montabamos en el coche de hora, que actualmente llamamos guagua, para ir desde Las Palmas capital de Gran Canaria hasta la Aldea San Nicolás de Tolentino y estábamos tres horas y pico para llegar, haciendo una parada en el pueblo de Agaete para tomar algo y hacer nuestras necesidades.
Ahora mismo estamos en el año 2.021 y nace Arcadio Abraham en la época robótica, de guaguas con aire acondicionado, WiFi, televisión en color con cientos de canales en todos los idiomas y mandos a distancia hasta para cerrar cortinas, teléfonos móviles que además de servir para comunicarnos están haciendo el papel de tarjetas dónde está almacenado el resumen de nuestras vidas con los datos personales y un sin fin de cambios inimaginables.
Arcadio Abraham seguramente cuando tenga veinte años estará compartiendo momentos de tertulias con algún robot programado para hacer compañía y los drones serán medios de transporte para los seres humanos. Los que actualmente ahora tenemos seis décadas y seguimos vivos, dentro de veinte años seremos abuelos, ancestros, antigüedad humana, piezas de museos y mejor estar fuertes para poder caminar y comer sin ayudas, porque sino será mejor estar muertos.
Arcadio Abraham es primo mío, parte de su sangre es de la familia y ojalá lea esta carta dentro de veinte años, porque confieso que soy un poco pesimista con el futuro y huelo un reventón planetario con unos cambios radicales en todos los sentidos.
Entrábamos en la guagua y cuando arrancaba venía el cobrador con su riñonera de cuero, saludando uno por uno a cada pasajero y cobrando el pasaje y las guaguas también eran parecidas a los aviones con piloto y copiloto, porque tres o cuatro horas conduciendo era muy duro. Aquí lo dejo.
Estimado lector, gracias por regalar un poco de tiempo leyendo, el tesoro más valioso del ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá.
Juan Santana
