Las redes sociales están repletas de vendehumos y estafadores, sobre todo en el mundo del emprendimiento.
¿Quién no ha navegado por una red social y de repente se ha encontrado con una publicación de una persona que te incita a invertir en bolsa o a apostar en partidos de fútbol? En tal caso, te has topado con un emprendedor de Instagram.
Este nuevo subgénero del emprendimiento consta de varios elementos que crean el método de persuasión perfecto: un hombre trajeado con gafas de sol, pelo engominado, rodeado de súper modelos, viajando cada tres días, con trescientos mil seguidores en todas las redes -falsos en su mayoría-, un lamborghini -alquilado-, una mansión, un pasado en la pobreza absoluta y la frase «Sé tu propio jefe». Todos los vídeos con el mismo pretexto: yo sé como hacerte rico.
El ejemplo de una persona en la ruina o un joven teniendo la vida solucionada ganando diez mil euros al mes gracias a trabajar tres horas al día desde un ordenador sin tener ningún conocimiento previo sobre economía o inversiones es, en la actualidad, el mayor promotor de estafas en las redes.
Cualquier usuario con el agua al cuello observará publicaciones de este tipo y pensará que se ha encontrado con la oportunidad del siglo para poder salir de su rutina y encontrar la ansiada libertad financiera, intención de esta cortina de humo en la que se aprovecha la inocencia de los espectadores que solo desean desahogarse y ganar un sueldo extra.
Los perfiles de los emprendedores de Instagram se centran en su mayoría en los jóvenes (14-17 años), los más influenciables a la hora de transmitir sus ideas debido a su desconocimiento del mundo laboral.
Les aseguran que ganarán miles de euros fáciles sin sacarse el bachillerato ni ir a la universidad, lo cual suena ilógico, ya que una persona que no tenga conocimientos avanzados de economía no sabrá cómo realizar un análisis técnico ni cómo aplicar una estrategia para especular sobre instrumentos financieros. Sin embargo, si
este fuera el caso de un cliente en potencia, ellos resolverán sus problemas. Solamente necesitan la tarjeta de crédito de sus padres y un par de tutoriales de YouTube, los cuales harán que mágicamente desarrollen habilidades empresariales, contando por supuesto con un surtido diario de frases motivacionales de carácter sensacionalista.
Los usuarios de esta red social que usaron la plataforma en torno al año 2018 recordarán con cariño el fenómeno de los embajadores de Adidas, una grandiosa artimaña de un perfil que tuvo que desmentir la Policía Nacional y los noticiarios.
La cuenta aseguraba que si te suscribías y mencionabas a amigos tendrías la posibilidad de convertirte en un modelo de esta marca, pese a no ser famoso. Todo con la finalidad de obtener seguidores para posteriormente vender el perfil por una cantidad irrisoria de dinero a alguien que la demande.
Si lo pensamos fríamente, ahora suena ilógico que a una persona con doscientos seguidores le envíen ropa y artículos completamente gratis, pero estrategias de persuasión acompañadas con la imagen de presuntos influencers que habían participado elevaron la fama de esta cuenta.
El modus operandi es equiparable al de los gurús del emprendimiento: vender una ilusión, obtener un beneficio sin esfuerzo aparente y compartirlo con los demás. Antes el pretexto era el modelaje y ahora la economía. En el futuro usarán otro campo que se encuentre en su esplendor, pero el sistema es el mismo.
Una vez caen en la trampa, se activa el protocolo estafa piramidal, el cual se podría ejemplificar con el sistema que emplean las sectas: el líder transmite sus conocimientos divinos a sus discípulos, los cuales los comparten bondadosamente con otros reclutas en potencia, y así sucesivamente hasta que se forma un organigrama en forma de pirámide, casi imposible de destapar, donde el emprendedor -el único que se beneficia- está en la cima.
El auge de las criptomonedas han multiplicado estas prácticas, debido a que es un sistema más sencillo de explicar que la bolsa y todo el mundo ha oído, aunque sea, hablar de ellas.
Los grupos de Telegram son condición sine qua non para ejercer estas prácticas, en vista de que puedes añadir hasta doscientos mil usuarios, expandiendo de forma colosal sus ideas.
Canales plagados de personas inocentes y desesperadas ansiosas por la mentira del dinero y manipulados hasta tal punto que venderían su alma por la causa.
Los casos de éxito son los pilares de este sistema, la famosa foto de Jeff Bezos en su minúscula oficina cuando apenas estaba comenzando el proyecto de Amazon, o el mito de que Mark Zuckerberg y Bill Gates no tienen formación universitaria.
Nada más lejos de la realidad, ya que ambos estudiaron en Harvard y fue durante su estancia cuando crearon las empresas de Facebook y Microsoft, ambos abandonaron la facultad para dedicarse a tiempo completo a sus negocios pero posteriormente retomaron y acabaron sus estudios.
Existen ejemplos de éxito de personas que no han ido a la universidad y han acabado siendo millonarios, pero son casos a analizar individualmente, que no tienen nada que ver con los métodos mágicos de los emprendedores que podemos encontrar en las redes sociales, nada cae del cielo y todo esfuerzo requiere un trabajo previo, como el tan criticado Amancio Ortega, el cual comenzó a trabajar a los 14 años en una tienda de ropa antes de fundar el imperio de Inditex.
Cabe destacar que no todos estos sujetos son estafadores, pero por desgracia para el consumidor promedio, son minoría.
Hay multitud de personas que se dedican profesionalmente a la asesoría en aspectos de inversión que también divulgan consejos o lecciones en las redes, pero a diferencia de los estafadores, estos no te van a halagar los oídos con fantasías multimillonarias -todo lo contrario- te expondrán el complicado campo de la economía en el que te vas a sumergir y los altos riesgos que debes asumir.