Ante la situación extrema que vive España, se impone no permanecer en silencio. España está en una encrucijada. Es el motivo que me anima a emprender la tarea de colaborar en la medida de mis posibilidades.
Penuria, escasez, falta de las cosas más precisas o de alguna de ellas (Real Academia Española, RAE). Rememorar el año 1845 con la hambruna de Irlanda no sería lo justo. Lo preciso es esperar hasta que suframos en nuestro propio cuerpo y en el entorno familiar lo que ocurrirá con la próxima deflación (Descenso del nivel de precios debido, a la depresión económica).
En aquel entonces la población irlandesa había aumentado de forma masiva en la primera mitad del siglo XIX. La mayor parte eran agricultores y su dieta estaba compuesta casi exclusivamente de papas. Utilizada como moneda de cambio para pagar el alquiler a los terratenientes. Desahuciando, estos, a cientos de miles de campesinos que se vieron obligados a emigrar a América y a otros países de habla inglesa.
En aquel tiempo la cosecha fue destruida por un hongo (Phytophthora infestans) conocido comúnmente como roya, que se había propagado desde América del Norte hasta Europa. El gobierno británico no supo reaccionar a tiempo y fue incapaz de dar una solución a una crisis de tal magnitud. Entre 1845-1846 el gobierno conservador presidido por sir Robert Peel compró alimentos a la India por valor de 100.000₤ (libras), los distribuyó entre los necesitados y puso en marcha proyectos como la construcción de un canal para crear puestos de trabajo.
Peel abandonó el cargo de primer ministro en junio de 1847 reemplazado por John Russell y su gabinete whig. Este gabinete modificó su programa no intervencionista y destinó un presupuesto para préstamos y construyó comedores de beneficencia. Posteriormente, el primer ministro solicitó que se cobrara la tasa de la Poors Law unions (Ley de ayuda a los pobres), un impuesto sobre la propiedad destinado a costear el envío de ayuda a Irlanda, antes de que el Tesoro asignara ninguna otra suma para este fin.
Tras la hambruna, un movimiento revolucionario; la Hermandad Republicana de Irlanda; el fenianismo, sirvió de preámbulo para la Guerra Civil que desembocó, en 1921, en la creación del Estado libre de Irlanda en el sur de la isla. Cambio de escenario.
Ucrania 1933. Entre las numerosas actuaciones realizadas por Stalin se cuenta, el de la hambruna forzosa de Ucrania durante los años 1932-1933. Como es común en los países en los que reina el socialismo, las hambrunas intencionadas se han usado como arma política utilizada para alcanzar los deseados objetivos contra las clases sociales.
Las víctimas señaladas en esta ocasión fueron los kulaks, agricultores campesinos que tenían propiedades y contrataban a trabajadores. Cuando Stalin alcanzó el poder en 1924, vio el nacionalismo ucraniano como una amenaza, creyendo que cualquier insurrección futura podría provenir probablemente de los kulaks. Llevó a cabo la colectivización de las explotaciones ucranianas requisando todas las tierras, y el ganado privados, lo que afectó aproximadamente al 80% de la población de Ucrania, anteriormente conocida como el granero de Europa. Declaró a los kulaks enemigos del pueblo. Enfrentándose a una ardua batalla, muchos kulaks se rebelaron, volviendo a sus propiedades. Los soldados del Ejército Rojo fueron enviados para ahogar la rebelión y la policía secreta inició una campaña de terror y hambruna con el objetivo de romper el ánimo de los kulaks.
Aún recuerdo las palabras de Ban Ki-moon cuando dijo: “Cuando las personas son tan pobres y la inflación erosiona sus exiguos ingresos, en general optan por una de las dos opciones siguientes: compran menos alimentos o compran alimentos más baratos y menos nutritivos. El resultado final es el mismo: más hambre y menos probabilidades de un futuro saludable”. Los ciudadanos sabemos lo que hay que hacer. Se necesita voluntad política y recursos, asignados con eficacia y eficiencia, y que todos los actores implicados en el problema deben y tienen que actuar juntos. Si no lo hacen podemos culparles a ellos y a la oposición de imprudencia involuntaria. Sus resultados, los de la hambruna, podrían ser imprevisibles en nuestras islas.
Por: Antonio Pastor.