Gracias Juan por tus afectuosas palabras. Pues sí. En realidad, es un paso más en nuestro recorrido por esta vida. Se podría decir que es una última etapa, aunque yo creo que no porque, al menos en mi caso, es una liberación para poder hacer las cosas y los proyectos que siempre se han ido dejando para más adelante, entre otras, seguir disfrutando de los amigos y de la vida cotidiana, y por supuesto, la familia, que siempre está en primer plano.
Ahora que estoy retirado de la actividad laboral, después de 31 años de servicio, cabe hacer reflexiones. Una de ellas es valorar lo que siempre he tenido a mi alcance y que como siempre se echa de menos cuando no lo tienes. Y es que, en mi caso, me siento un privilegiado al haber trabajado en esta maravillosa tierra, en Arona y Vilaflor y en el Cuartel de Playa de Las Américas, con tan excelentes seres humanos que he tenido como compañeros y tantas y tantas personas que he tenido el privilegio de conocer.
Cuando se tiene una relación laboral tan estrecha con estos grandísimos compañeros durante tanto tiempo, la línea que divide el compañerismo y la amistad es tan fina, que a menudo desaparece, más aún, teniendo en cuenta la multitud de ocasiones en las que las situaciones en las que nos vemos envueltos son extremas y con un alto riesgo de peligrosidad, y precisamente, al compartir esas vivencias los lazos que nos unen se aprietan más en esa relación, más aún si aunque acabas tu jornada, le das gracias a Dios por regresar a casa entero y lo celebras con el compañero con esa sensación de haberlo hecho bien.
El atender a las personas que acuden buscando ayuda a un cuartel o una comisaría y –como muchísimas veces pasa en esta profesión- hacer tuyo su problema poniendo toda la voluntad de solucionarlo, incluso a veces, fuera de servicio, nos hace sentirnos útiles y conectamos como seres humanos que somos.
Por eso y por muchísimas cosas más, aunque retirado para el servicio, siempre seré Guardia Civil. Orgullo es lo que siento.
Por: Félix Navarro para Juan Santana.