Noticias Tenerife Juan Santana | A todo gas en la Camella y Fañabe

Juan Santana | A todo gas en la Camella y Fañabe

Cuando las bombonas costaban diez pesetas, no estaba ni el Teide en Tenerife, ni el Roque Nublo en Gran Canaria. Nosotros éramos muy niños y deseábamos que las bombonas de los vecinos en Pozo Izquierdo se gastaran, porque así nos daban medio duro, dos pesetas y media por ir con una carretilla a buscar una bombona nueva.

Teníamos que recorrer unos dos kilómetros desde Pozo Izquierdo hasta el tanque redondo, donde había una tienda justamente pegada al tanque y era el único lugar donde había bombonas. Preparar comida con gas siempre será mucho mejor que con vitrocerámica, porque tienen otro sabor, pero los tiempos van cambiando y las tecnologías nos están convirtiendo en más toletes, cómo dice mi tío Jacinto. Aunque también es verdad, que algunas personas sienten miedo o inseguridad al encender una cocinilla de gas, sin embargo con un control responsable jamás tendremos problemas y pasa justamente con los coches, si no los cuidas podemos tener un accidente. Hay personas que no quieren para nada la vitrocerámica y las comidas las preparan con el gas y punto pelota.

Es increíble cómo incluso preparar la comida con leña o carbón tiene sabor diferente, con el gas más de lo mismo y será por el fuego. El fuego fue el gran descubrimiento desde la época de las cavernas, para defenderse de los depredadores, para alumbrado y luego para las comidas. Pero otro gran descubrimiento fue conocer a Cristina y a Ani, dos hermanas muy currantes, que llevan el timón de dos lugares y a todo gas. Tres veces que han cortado la luz, tres veces que he dicho que tengo que poner gas en casa y las hermanas Ani y Cristina nos han convencido de que mientras haya gas, gastaremos menos luz y comeremos más saludable.

Ellas no saben que saldrán en el periódico y espero que sean felices al encontrarse está sorpresa.

Estimado lector, gracias por regalar un poco de tiempo leyendo, el tesoro más valioso del Ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá.

Por: Juan Santana.

 

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