Por Juan Santana.
Todos conocemos personas en el camino de la vida y esta vez deseo pasear a Mundo por el Mundo, porque todos tenemos nuestro día y este día es para él, para recordar y compartir los mejores momentos vividos.
Cuando nos encontrábamos siempre nos mirábamos y cantaba mis canciones, con su sonrisa tranquila, porque Mundo era una persona relajada, siempre pensando en su familia, sus amigos y en sus cosas. Las despedidas son tristes y más aún cuando es de alguien cercano con quién tuviste momentos de charlas, almuerzos y cánticos sentados en la mesa, degustando papas arrugadas con pescado frito.
Todos partiremos de esta vida en el momento señalado y tenemos que ser muy fuertes para asumir la realidad de la vida, pero tengo una frase para estos momentos, “Todos nos encontramos”. Todas las personas cuando nos vamos del planeta, descansaremos en paz, porque la vida es una lucha día a día, levantarse por las mañanas y verlas venir. Todos los acontecimientos de la vida tenemos que aceptarlos tal como llegan y como decían los japoneses cuando el tsumani, las cosas pasan porque tienen que pasar.
Siempre admiré a Mundo, porque fue un luchador, un guerrero con paciencia, de sonrisa irónica como la de todos los canarios de pura sangre y tu partida nos dejó tristes, pero muchos también nos sentimos agradecidos con Dios, por haberlo conocido y por todos los buenos momentos que jamás olvidaremos. La palabra “Amigo” tiene un significado muy profundo y como decimos los amigos de corazón, la amistad perdura más allá de la vida y aunque no podamos ver a los amigos, los sentimos dentro de nuestros corazones.
No es fácil, encontrar las palabras idóneas para expresar los verdaderos sentimientos, pero esta carta es para darle un último adiós, agradeciendo lo maravilloso que fuiste con tu gente, porque fomentaste el buen rollo, con tu forma de ser, con tu actitud agradable y maravillosa. Estás donde todos algún día nos encontramos y nos volveremos a dar ese abrazo sincero que los verdaderos amigos nos damos, sin miedo, con ese apretón y ojos cerrados, sin mirar más allá del bien, porque el mal no existe. Cada uno tiene sus creencias y todas son respetables, yo creo en las buenas personas y tú eres una de ellas.
Espero que te vean muchos amigos, cierren los ojos y sonrían de corazón, recordando los mejores momentos vividos. Gracias estimado lector, por leer esta carta, regalando un poco de tu tiempo, el tesoro más valioso del ser humano, porque el tiempo pasa y jamás volverá. Un saludo a todos.