Por Juan Santana.

Estos días atrás, encuentro en el facebook a un amigo real no virtual, porque es un amigo de almas y hacía 24 años que no hablábamos y pedí amistad obviamente, pero observo la “v” marcando como visto el mensaje, sin embargo no escribe nada. En mi caso, dije, hola. Luego comenté por el personal, “Si eres una persona de confianza responsable de llevar sus redes sociales y demás, dígale a….. que por favor, me diga algo”, pero sigo ignorado y hablo con una amiga en común para pedir su número de móvil, que por suerte tenía. Llamo a mi amigo y está muy feliz, diciéndome que si vio mi mensaje y bla, bla, bla, pero las cosas no funcionan así, en mi forma de ser, porque esta actitud es de pájaro sin sentimientos volando, ignorando un pasado maravilloso, donde compartimos muchas horas juntos, con inolvidables recuerdos emocionantes, con amigos, familias y tantos recuerdos cicatrizados imposibles de borrar.

¿Qué pasa con los valores morales?, ¿Todo es dinero y pensar en el futuro cuando dicho futuro no existe?. El pasado es un libro del destino, con infinitas páginas interesantes, pero acabo con este rollo, porque pienso que muchos estarán identificados en este mundo tecnológico donde el 99 % de las personas comentan sin un simple saludo o despedida. Vamos hablar de “Franquete”, amigo de Sardina del Sur, para hacer un pequeño homenaje a este hombre con su caminar de caballero inglés, cabeza levantada y cuerpo estirado, sonrisa similar a mi padre también en paz descanse, que además eran buenos amigos, con algo muy importante en común, sus hijos arrancaron para Tenerife. Justamente Fernando, hijo de Franquete, fue quién me llevó a una sala de salsa, donde allí estaba quién es madre de mi segunda semilla en Tenerife y comencé una nueva vida, con nuevas amistades y experiencias maravillosas. Franquete y mi padre, son iguales que la gran mayoría de las personas y digo “son”, por ser creyente al cien por cien, convencido de que nuestras almas vuelan en el espacio y por nuestras venas, corre sangre de nuestros antepasados. Recuerdo aquel cumpleaños de Franquete celebrado en Tenerife, donde tocó mi banda, Sin Fundamento e hicimos una canción especial para él y mientras tocábamos, Franquete lloraba emocionado y feliz, porque era un regalo de su hijo Fernando, pero todos escondemos dentro alegrías y tristezas, entremezcladas de orgullo y dolor porque sabemos realmente que la vida es pura matemáticas y cuando las cuentas marcan negativo, sufrimos a escondidas. Después de conocer o creer saber tanto, siento algo de curiosidad de vez en cuando y soy tan curioso que me gustaría saber lo que me voy a encontrar después de la vida. Después de tener claro, que todos somos artistas, en una obra de la vida tan perfecta, que la creemos y no hay premio, no hay copa, no hay oscar para la mejor actuación en el planeta, quisiera saber si soy el bueno, el feo o el malo, si corro, si voy despacio, si tengo o no tengo la razón.

Cada día abro mis alas y salgo volando, desde el aire, comida y moral voy buscando, tropezando con tantos espermatozoides crecidos, vestidos, pensativos, amargados, positivos, cruzando mil miradas de alegrías, tristezas y soledad. Pero escapo de todas y sigo con la mía, estudiando la forma de abrir y estirar bocas, sacar sonrisas, burlándome de mi mismo y se van alejando poco a poco seres queridos, queriendo sin querer, buscados, encontrados. ¿Que habrá detrás de todo esto bien o mal vacilado? Puede que paz, puede que nada, puede que todo. Me creo lo que digo, me creo que me acompañan, me creo que me ayudan, me creo lo que quiero. Sueño, vivo, gozo, sufro tal vez, ¿Soy reencarnado?, tal vez tengo una misión, tal vez, en la segunda parte me enteraré. Que difícil compartir todo, ser sincero es un problema y estos pensamientos van conmigo. ¿Quién se atreve a decirme a mí como en este mundo hay que vivir? El que sepa más que yo, que lo diga por favor, porque tú sabes más que yo, yo sé más que tu y al final, todos sabemos todo y no sabemos nada….. Con esta carta deseo sellar un humilde y pequeño homenaje a Franquete, un hombre, un padre, un amigo de todos, en el pueblo de Sardina, que tuvo un destino, igual que todos y el suyo, fue maravilloso, con sus virtudes y sus imperfecciones como cualquier hijo de madre linda. Era amigo de mi padre y como padres, tenían sus mentes siempre en Tenerife, porque sus hijos estaban por esta zona. Un abrazo grande Franquete y repito siempre esta frase, “Al final todos nos encontramos, porque la Vida es un camino hasta el final”.

Gracias estimado lector por regalarme un poco de tu tiempo leyendo esta carta, porque el tiempo es el tesoro más valioso del ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá. Un abrazo a Franquete y a mi padre.