Por Juan Santana.
¿Conoces a Manolo del Mesón Castellano?. Si no lo conoces, puedes mirar la foto adjunta a esta carta, con el amigo Carlos Herrera, un gran periodista español que ha desarrollado su trayectoria profesional principalmente en la radio, aunque también ha realizado una labor destacada en otros medios, como la televisión y la prensa escrita.
Carlos Herrera nace en Cuevas del Almanzora, Almería y durante su infancia su padre, de profesión médico, emigró a Cataluña. Se crió en Mataró (Barcelona) y quiero recordarles aquel 27 de marzo del año 2000 que recibió una falsa caja de puros y resultó un paquete bomba. Un atentado, del que resultó ileso y se atribuyó a la organización terrorista ETA, pero Carlos Herrera señaló que no había recibido “amenazas explícitas, pero tácitas sí”. En su opinión los periodistas “en esas fechas eran objetivo principal de la banda terrorista”.
Carlos Herrera, es licenciado en Medicina, pero nunca ha ejercido ya que siempre se ha dedicado al mundo de la comunicación, donde ha conseguido convertirse en uno de los máximos exponentes del periodismo español. Pero deseo hablar de Manolo, dueño o gerente, o jefe, como quiera usted llamar a Manolo, porque es casualidad que el 99 % de las veces que vamos a visitarlo aproximadamente a las 11 y media de la mañana está siempre limpiando las mesas, porque Manolo es un maniático de la limpieza y como un cliente o comensal diga que está sucio el Restaurante Mesón Castellano, puede terminar en el Juzgado por calumnias o por daños y perjuicios moralmente hablando.
Sentarse en este Restaurante es como sentirse en casa, por la limpieza, la calidad gastronómica tan diferente entre carnes y pescados, ensaladas, pan sabroso y especialmente su sonrisa irónica de Manolo, cuando mira a tus ojos. Tenemos que arrastrar muchos kilómetros para conocer a personas con esta actitud, cargada de experiencias porque son muchos años tratando con infinitas personas y él sabe como habla, cuando habla y cómo comportarse con cada ser humano que está frente a sus ojos. Obviamente a todas las personas del mundo, nos pasa igual, caemos bien o mal, porque somos personas normales y siempre hemos escuchado, que vale más caer en gracia que ser gracioso y no obstante también tengo que decir que el problema de Manolo y de muchas personas como yo, es que somos muy guapos y los guapos tenemos ese sufrimiento de sentir envidias, por parte de los frustrados, pero es algo normal que tenemos más que asumido.
Los nombres de los operarios del Restaurante no los tengo en mi mente, porque son muchos, pero si puedo jurar que son serios y responsables, educados y tienen un déjame entrar de la mejor forma positiva. No estoy haciendo la pelota, porque soy y seré positivo hasta mi muerte, porque ser negativo o amargado es malo para la salud y los nervios son muy dañinos. Tengo muchos amigos que tienen sus restaurantes y podría nombrarlos que son clientes habituales, por ejemplo, Carlos de Grupo El Cine, Darias de la Arepera de El Fraile, Dragan de la discográfica y muchos más, es decir, no es competencia, porque cada uno ofrece sus productos en este mundo de mercado competitivo al cien por cien.
Termino la carta, diciendo algo muy sencillo, “Me quedo con la mirada de Manolo”, porque tiene una mirada profunda, conocedora como un psicólogo profesional y es persona que habla poco, yendo al grano, sin rodeos, pero por sus poros sientes la bondad de las personas que desean hacerte feliz, si o si. Gracias estimado lector, por dedicarme un poco de tu tiempo, el tesoro más valioso del ser humano, porque el tiempo pasa y jamás volverá.