Noticias Tenerife Disculpas al equipo de El Restaurante La Romería en Guaza

Disculpas al equipo de El Restaurante La Romería en Guaza

Por Juan Santana.

En Arona, Municipio del Sur de Tenerife, tenemos un punto de encuentro bautizado con el nombre “Restaurante La Romería” y tiene muchos años, menos años que Joaquín, su alma líder, que curra junto a su mujer, aguantando temporales que han pasado años atrás, que no es nada fácil, sin entrar en detalles. Los que paseamos por estos lugares, hemos comprobado que algunos negocios han cerrado por diferentes motivos y otros abren volviendo a cerrar, como los peces en el río y beben y beben y vuelven a beber. El rótulo del Restaurante La Romería, está bien diseñado y si deseas visitar algún día su interior, puedes encontrarlo bajando de Guaza hacia Las Galletas, después de la Repsol, a mano derecha, antes de la rotonda de El Fraile y es el penúltimo, porque el último pegado a la misma rotonda es la Arepera Darias de toda la vida. Esta carta siento obligación de publicarla, para confesar la ignorancia de muchos sin ánimos de insultar, comenzando por mi  y tengo motivos de sobra, que a continuación explicaré con todo detalle.

Resulta que el amigo Deciderio llega de Fuerteventura a pasar unos días en Tenerife y después de ir varias veces a comer los platos de Joaquín, nos invita algunos amigos a cenar y lógicamente decir “no” es muy feo. Nos sentamos en la mesa seis personas y siempre pido su pan caliente con el ali oli casero que es buenísimo, sus ensaladas con sus tomates y aguacates muy bien cortados, me encanta. Pidieron carnes, pescados y más platos, pero tengo el antojo de pedir hígado, porque su expositor bien montado, provoca hambre a primera vista y así fue. El camarero Adrian, tiene una clase increíble, un saber estar y descubro que es hijo de Joaquín, obviamente una educación al máximo nivel, de tales padres, tal semilla. Pero comienzo a mosquearme, porque el hígado no llega y sufro interiormente, porque la paciencia a veces escapa por no controlar los impulsos y voy a la barra, para preguntar por qué no llega el plato. Adrián responde con mucha educación, que falta muy poco, que en un par de minutos, ya podré comer mi hígado del alma querida y cuando por fin llega, aluciné con un hermoso plato de hígado frito, con sus cebollas y aquellos trozos pequeños que pensaba eran papas y eran manzanas fritas buenísimas. Comprendí la tardanza que no fue tanta y reconozco que muchos somos ignorantes sin ánimos de insultar y lo mejor es esperar un poco y calladitos la boca hasta tener las cosas claras. Por eso, pido disculpas al equipo de El Restaurante La Romería, porque pedir perdón, nos hace más felices a todos.

Obviamente, felicidades a Joaquín y para todo el equipo, porque siempre han sido unos puntales A y cuando paso con la bicicleta por las tardes tengo miedo que Joaquín asome a la puerta, con su sonrisa y su saludo auténtico, pero no caeré más en la trampa de parar la bici, ya que todos los sudores, vuelves a cargarlos con las cañas y los montaditos. Siempre tiene amigos en la barra, con caras de felicidad y es normal cuando hay calidad, precio y servicio, pero está manejado son auténticas personas. Estimado lector gracias por regalarme un poco de tiempo leyendo la carta, porque el tiempo es el tesoro más valioso del ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá. Un abrazo a todos.

 

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