Por Juan Santana.
Conocí a Víctor Linares hace más de veinte años cuando trabajaba en La Casa de los Rótulos y como el roce hace el cariño, llegó el amor y nos enamoramos como amigos, compartiendo inolvidables momentos en El Granero, un pequeño y acogedor restaurante por Buzanada, que hace años no visitamos juntos, pero hemos quedado en ir a echarnos unas papas, pulpos, pimientos padrón y buen vino, para terminar con unas canciones, porque siempre aparece una guitarra del segundo piso.
Víctor Linares, igual que su familia, son excelentes personas, sociables, amables, cariñosas y currantes con servicio de veinticuatros horas. Recuerdo cuando tenían en La Camella, Autos Reverón y Mangueras Sur, que ahora confieso que cuando estábamos colocando los rótulos, en aquella altura los pies temblaban y gracias a Dios, que sigo vivo para contarlo, porque estuve a punto de caerme al suelo y…cualquiera sabe si estaría vivo en estos momentos.
Víctor como cualquier empresario, es difícil trincarlo para tener un par de horas compartiendo tertulias interesantes y llevamos mucho tiempo, años, sin tomarnos ese lujo de sentarnos en una mesa y compartir tertulias, con aquellos mini calentones, porque en la vida todos tropezamos con problemas más o menos importantes, dejando constancia que nadie es perfecto lógicamente. Ahora está dejando mil horas a la semana en esa empresa de transporte, ayudado por buenos operarios y especialmente por su familia, que día a día, están al pie del cañón, aguantando temporales y calmas cuando llegan al sillón, para descansar y tener unos minutos de relax, aunque huelo, que hasta durmiendo estarán pensando en esos monstruos llamados guaguas, porque tienen unas normas y obligaciones en cuánto a mantenimiento en infinitos sentidos.
La carta especial para Víctor y su gente, es para felicitar su valentía de meterse en esos líos tan grandes y dar puestos de trabajo a padres de familia que llevarán el pan a sus hijos aunque en esta vida algunos jamás llegará a comprender qué difícil es navegar con barcos tan grandes, porque es muy fácil tener un horario, y luego tirar pa´casa tranquilamente.
En estos tiempos vamos a ser positivos y decir que las cosas van bien, sin entrar en detalles y sin olvidar que un mundo tan competitivo en todos los gremios del mercado, talleres, restaurantes, tiendas de ropa y más, obliga a ser astutos, serios y ofrecer la mejor calidad precio, porque todos miramos con lupa cuánto damos por aquello que ofrecen.
Desde esta carta volver a felicitar al amigo Víctor y tal vez esta sea una forma de poder hablar un poco más con él, a ver si por suerte nos llega el gran día de sentarnos frente a frente mirándonos a los ojos, echándonos unos buenos platos y aguantando los chistes malos de Felipe en El Granero. Espero que Felipe lea esto y busque un mejor repertorio. Un abrazo a todos y nuevamente gracias por leer.