Por Juan Santana.
El Planeta Tierra está girando cada día, mientras los aproximadamente siete mil millones de habitantes tienen sus vidas de infinitas formas. Las evoluciones tienen su historia ancestral, vivimos un presente y llegará el futuro, donde cada día vamos descubriendo la verdadera actitud del ser humano, en cuánto al comportamiento personal y social. Somos extraños, positivos y negativos, sin olvidar el neutro, recordando aquello que en su día escribí, pensando que las personas somos adultas y sabias, cuando descubrimos ser como las bombillas, que iluminan con tres cables, positivo, negativo y el neutro, porque dentro de nuestros cerebros está programado un comportamiento positivo para intentar ser feliz y tener fuerza moral, obviamente si no arrastramos enfermedad física.
Luego tenemos el comportamiento negativo, que viene a ser el de la desconfianza, porque en un mundo competitivo, todos sabemos que quién pueda ganar dinero con una venta lo hará sin pena alguna, como los vendedores de apartamentos y solares, o muebles y electrodomésticos. El pensamiento neutro, “pienso” que es la parte de la paciencia, palabra mágica, que mantiene la calma en los momentos más duros de la vida, aunque todo tiene un límite, pero vamos con Venezuela, una tierra donde en estos momentos están sufriendo millones de personas y demuestra una vez más el comportamiento de los seres humanos, porque vemos, escuchamos y sentimos según cada persona.
Muchos venezolanos tienen familiares fuera de Venezuela y están sufriendo en sus adentros esa pena dolorosa, porque tienen padres, hermanos, otros familiares, conocidos y amigos, pero jamás podemos imaginar el verdadero dolor de ellos en Venezuela. No cabe duda que los venezolanos, son iguales que los de Irak, Siria, Afganistán, Somalia o cualquier país donde mueren miles y miles de inocentes y los gobernantes funcionan muy despacio, algo incomprensible, porque llamarles funcionarios a quiénes funcionan de aquella manera.
Cuando “muchos” de los gobernantes de los diferentes países, mienten a los mismos que les han votado sin pena ni gloria, podemos imaginar que les importará un rábano los que viven fuera de sus países, pero por suerte o por desgracia, el planeta es redondo y todo nos llegó en el pasado y nos llegará en el futuro, porque nuestros antepasados han sentido obligación de arrancar de sus tierras, para buscar la comida en otros lugares. Sin embargo, una cosa es sentir pena interior por el sufrimiento de tu gente y otra es luchar de verdad por la patria, hasta la muerte, pero pondré un ejemplo muy lejano que tal vez, nos dará por saco.
Este año la fiesta de El Fraile, la están organizando unas mujeres que han sacado fuerza y valor del más allá, porque las almas habrán empujado a que estas grandes personas, intenten ser y hacer felices a quiénes iremos a echarnos algo y ver el espectáculo, para luego los más ignorantes alardear que la fiesta no vale, cuando deberían meterse la lengua donde todos sabemos y si no echar una mano o como mínimo, cerrar la boquita. No es fácil, organizar una fiesta, cuando los gobernantes, están al acecho de pedirte papeles de seguros y un montón de obligaciones siempre relacionadas con el tema económico, cuando ellos deberían hacer la fiesta y así verían que no es un negocio.
Volviendo nuevamente a Venezuela, comentar que hace unas semanas atrás simplemente comenté que la única forma de solucionar el problema desgraciadamente está con el ejército, porque es muy tarde para dialogar, cuando por lógica, el poder está en manos justamente de quiénes utilizan el diablo con sus armas y obviamente la respuesta es con el mismo idioma, sin olvidar las personas que están sumando cada día más, con ansias de venganzas futuras, como está pasando con los islamistas que matan cuando menos los esperas.
En fin, es un tema muy complicado, y esta carta narra un poco mi forma de pensar, no estoy diciendo que sea la solución, pero si de algo estoy totalmente convencido, es que he aprendido, que quién está bien, vive y los demás se comen el marrón, hasta que les llegue el momento, porque todo llegó, llega y llegará. Gracias por leer la carta, regalando un poco de tu tiempo, el tesoro más valioso del ser humano, porque el tiempo pasa y jamás volverá.
Un saludo.