Noticias Tenerife Oscar Izquierdo | Ayuntamientos de alta velocidad

Oscar Izquierdo | Ayuntamientos de alta velocidad

Lo esperado es que las autoridades actúen en las distintas esferas de su competencia, con eficiencia, rapidez, oportunidad o contundencia cuando sea el caso. Otra cosa es que suceda como tiene que ser o por el contrario no sean capaces de proceder oportunamente, por falta de preparación, incapacidad o mediocridad. En nuestra sociedad, lo público se ha instalado de una forma omnipresente en todos los ámbitos vivenciales y los ciudadanos estamos influidos tanto por su inoperatividad como por su quehacer. Es verdad que hay opiniones para todos los gustos en cuanto a la capacidad de los responsables públicos, pero mayoritariamente hay una sensación de que no están en lo que deben y se ocupan o desocupan en asuntos que solo les interesan a ellos mismos. Un ejemplo palpable, repetido demasiadas veces, es lo que acontece en la calle o se sufre ordinariamente y los asuntos que se tratan tanto en el Congreso, Senado o Parlamento Autonómico no tienen nada que ver. Hay una dislocación preocupante entre lo que pide la ciudadanía y en lo que se ocupa la clase política, que casi siempre va a sus asuntos y para la mayor prosperidad personal. Lo aconsejable es lo que decía el novelista estadounidense Erskine Caldewell: “un buen gobierno es como una buena digestión; mientras funciona, casi no la percibimos.”

Desde la administración se puede influir positivamente en la actividad económica o ser un muro que nadie puede sortear. Convertirse en revulsivo significa eficiencia y prontitud en la resolución de los diferentes expedientes, tanto los que sean complicados, como los más sencillos. Porque hay que mejorar la gestión pública con una organización especializada de las tareas y métodos modernos, pero sobre todo ágiles. En Tenerife tenemos algunos ejemplos asombrosos, por ejemplo, dos ayuntamientos vecinos en el sur, Adeje y Arona, que, por supuesto, se rigen por la misma normativa, leyes y reglamentos, que además están gobernados por el mismo partido político y en cambio, en uno la agilidad y eficiencia es la norma a la hora de gestionar las licencias de obras y en el otro, no hay manera que salga la aprobación de ninguna. Este caso demuestra que cuando se quiere, poniendo los medios humanos y materiales, además de una estructura organizativa resolutiva, la administración funciona.

Hay que tomar medidas que llevan implícitas decisiones valientes y, sobre todo, productividad medida. La maquinaria administrativa es lenta, pesada y con un rendimiento escaso. Las soluciones pasan, irremediablemente, por una digitalización cierta, que no es solo poner un ordenador en cada mesa, sino implantar todo un sistema informático que agilice las gestiones, asegurando los procedimientos, tanto en tiempo como en forma. También habría que hacer una reflexión y una actuación, sobre la inflación de normas que acontecen en el trámite administrativo ordinario que, en vez de llevar a la buscada seguridad jurídica, lo que produce es un efecto contrario. La Ley del Suelo, que no era la maravilla jurídica que se vendió en su día, pero que sí parecía un avance sobre la maraña jurídica que soportábamos, se ha quedado a la puerta de los ayuntamientos, porque es inaplicable con unas oficinas técnicas o gerencias de urbanismo carentes de personal, estructura, medios y ganas.

Esta caótica situación, y no es una exageración denominarla así, está afectando negativamente a la actividad económica, frenándola, haciéndola inviable y amenazando la propia resistencia de las empresas, que ven en peligro su permanencia, no por una mala gestión propia, sino por la torpeza de unas administraciones públicas deficientes e incapaces. A lo mejor el remedio vendría por aplicar la gestión eficaz de la iniciativa privada en la desfasada maquinaria pública.

Por: Oscar Izquierdo – Presidente de FEPECO.

 

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