Noticias Tenerife Los frustrados, los prepotentes, los positivos y los amargados, cada uno en su sitio

Los frustrados, los prepotentes, los positivos y los amargados, cada uno en su sitio

Por Juan Santana.

Frustrado es la persona que siente la bajona por sus fracasos, porque ha perdido las esperanzas cuando lleva tiempo luchando por cumplir un sueño o un deseo, pero hablando de quién trabaja, porque los hay gandúles, que no luchan y quieren triunfar por la cara, aunque es verdad que algunos tienen suerte de triunfar con unas simples teclas de ordenador. Un frustrado sufre cuando no tiene el éxito de sus proyectos, y es lógico, somos personas, pero hay que tirar siempre pa´lante con paso elegante. Dicen que el frustrado es un fracasado que se siente absolutamente dominado por la frustración y la frustración es un sentimiento desagradable, resultado de la imposibilidad de satisfacer determinadas expectativas puestas al servicio de alguna cuestión, normalmente se trata de la privación de una satisfacción que se considera vital.

Sin embardo los prepotentes, son los chulitos que van por la vida con aquella altanería, y seguro que en tu camino te encuentres con más de un prepotente que verá tus logros y hazañas personales como una amenaza a su propia autoestima. Las personas prepotentes esconden una personalidad insegura, basada en la competitividad en cualquier gremio, sea de hostelería, mecánicos, taxistas, músicos. Los prepotentes, sienten sus logros personales como retos inalcanzables para otras personas de escalones sociales diferentes, según su propio modo de ver las cosas y podría decirse que son egoístas, pero según los filósofos, ser egoísta es un don. Hay un dicho que dice, “Quién va por la vida como un pavo real, en realidad esconde una personalidad insegura y débil”.

Los positivos, son aquellas personas que por lo pronto sonríen, que ya es algo, personas que no se rinde y  según la definición de la palabra positivo, dicen que, el vocablo latino positivus llegó a nuestra lengua como positivo. Se trata de un adjetivo con múltiples usos de acuerdo al contexto. Puede tratarse, por ejemplo, de algo que resulta afirmativo e inequívoco: “El control antidoping le dio positivo al tenista ruso: se detectó la presencia de efedrina en su orina”, “Mi voto es positivo: estoy a favor de la reforma de esta ley”, “El jefe me dio una respuesta positiva así que, a partir de mañana, cambiaré mi turno de trabajo” y así muchos ejemplos, para no rendirse por cualquier infinito motivo.

Luego están los amargados de turno, del día a día, porque la tristeza del amargado es la misma desdicha que siembra en los demás. Según los psicólogos, “el mundo del amargado está lleno de ventanas a través de las que ve solo injusticias, desde donde gusta asomarse para volcar su rencor, su melodía amarga y  sus sentimientos pesimistas. El amargado quiere cautivos, pero también clama ayuda”. La amargura y el rencor son anclas que siempre quieren cautivos, porque sus barcos quedaron varados y perdidos en una deriva donde antes hubo felicidad y ahora, solo quedan tristezas no afrontadas. El amargado siente, por encima de todo, que ha perdido el control de su vida. Estamos ante un estado tan derrotista que la persona, sencillamente, deja de ser responsable de sí misma. Asume el papel de víctima y se deja llevar. Es, pues, necesario saber intuir y aportar estrategias para ayudar, porque a pesar de que nos incomoden estas conductas, estamos ante alguien que necesita ser ayudado.

Estimado lector, gracias por regalarme un poco de tiempo leyendo, porque el tiempo, es el tesoro más valioso del ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá. Lo dicho, cada uno en su sitio y cada uno sabe el suyo, porque nuestros interiores, jamás podrán mentirse a sí mismos.

 

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