Noticias Tenerife Juan Santana | Mensaje a “Algunos” humanos cerdos de Arona, Tenerife Sur

Juan Santana | Mensaje a “Algunos” humanos cerdos de Arona, Tenerife Sur

Cada mañana baldeo la esquina de casa como harán muchos, porque los perros de los guarros dejan su meada o cagadas y algún día caerán como todos. La última persona que trinqué iba con dos perros, una chica extranjera y cuando veo a sus perros meando, le dije, “¡Por fin, veo quién es la persona que deja que sus perros meen en las esquinas!” y gracias a Dios, que tenía un buen día, porque su respuesta fue de Alto Nivel. Respondió, “Deberían poner en todas las esquinas de las casas, una garrafa de cinco litros, llena de agua, para que los perros no meen”. Esta respuesta llega al alma y le dije sonriendo, “¿Pretende usted que pongamos por todo El Fraile en cada esquina una garrafa de agua para que tus perros no meen?”. Tienes millones de kilómetros cuadrados de tierra y …… hasta que ella pide disculpas. Me agarró un buen día.

La sorpresa es que la chica habla en serio, esto es para reflexionar en la actitud de los humanos de este planeta y somos 7.000 millones aproximadamente, llegando a la conclusión, que la bandera universal es la paciencia, palabra escuchada por los abuelos y jamás la entenderás hasta el paso de los años. Luego está el segundo problema, del solar de la misma entrada de El Fraile, al principio de la calle Taburiente, porque algunos están acostumbrándose a tirar colchones, lavadoras y muchos tipos de materiales y poco a poco, notamos la formación de una montaña de mierda. Incluso hay una gran entrada al solar de la basura, porque han quitado un trozo de plancha por cualquier razón. Podría ser para alguien hacerse un techo, para venderla a la chatarra o vaya usted a saber.

“Si cada uno limpia su espacio, todos los espacios estarían limpios” y aprovecho el viaje de la carta, con la queja de los sabios sentados frente a la Iglesia de Los Cristianos, para denunciar que hacen falta unas vallas en los pequeños paterres dónde están las palmeras del paseo, muchos transeúntes tropiezan y alguno ha caído al suelo, dicho queda. Estimado lector, gracias por regalarme un poco de tiempo leyendo, el tesoro más valioso del ser humano, el tiempo pasa y jamás volverá. La suciedad que adorna nuestro espacio urbano es culpa de los propios ciudadanos, poco proclives a utilizar contenedores y papeleras y no es cuestión de la gestión o los fondos destinados al servicio, es de una forma de actuar del cerdo humano. Hay desidia y obliga a destinar más recursos para combatir una suciedad que, con urbanidad, no sería tan evidente.

 

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